Página 227 - Servicio Cristiano (1981)

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El hogar como centro de educación misionera
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Los niños necesitan que la religión les sea presentada de un
modo atractivo, no repulsivo. La hora del culto familiar debiera ser
la más feliz del día. Cuidad de que la lectura de las Escrituras sea
bien escogida y sencilla; de que los niños se unan en el canto; y de
que las oraciones sean cortas y directas.—
The Southern Watchman,
13 de julio de 1905
.
En la mesa y en el culto de la familia, dan [ellos] la bienvenida
a los huéspedes. El momento de oración impresiona a aquellos
que reciben su hospitalidad, y aun una visita puede significar la
salvación de un alma de la muerte. El Señor toma nota diciendo: “Te
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lo pagaré”.—
Joyas de los Testimonios 2:574
.
Debe enseñarse a los niños a respetar y reverenciar la hora de
oración. Antes de salir de la casa para ir a trabajar, toda la familia
debe ser convocada, y el padre, o la madre en ausencia del padre,
debe rogar con fervor a Dios que los guarde durante el día. Acudid
con humildad, con un corazón lleno de ternura, presintiendo las
tentaciones y peligros que os acechan a vosotros y a vuestros hijos,
y por la fe atad a estos últimos sobre el altar, solicitando para ellos el
cuidado del Señor. Los ángeles ministradores guardarán a los niños
así dedicados a Dios. Es el deber de los padres creyentes levantar así,
mañana y tarde, por ferviente oración y fe perseverante, una valla en
derredor de sus hijos. Deben instruirlos con paciencia, enseñándoles
bondadosa e incansablemente a vivir de tal manera que agraden a
Dios.—
Joyas de los Testimonios 1:147, 148
.
Abrahán, el “amigo de Dios”, nos dió un digno ejemplo. Fué
la suya una vida de oración. Dondequiera que establecía su cam-
pamento, muy cerca de él también levantaba su altar, y llamaba a
todos los que le acompañaban al sacrificio matutino y vespertino.
Cuando retiraba su tienda, el altar permanecía allí. En los años sub-
siguientes, hubo entre los errantes cananeos algunos que habían sido
instruidos por Abrahán; y siempre que uno de ellos llegaba al altar,
sabía quién había estado allí antes que él; y después de levantar su
tienda, reparaba el altar y allí adoraba al Dios viviente.—
Historia de
los Patriarcas y Profetas, 121
.
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