Página 279 - Servicio Cristiano (1981)

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Seguridades de éxito
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trabajan por medio de sus manos. Y los obreros humanos, al cooperar
con los agentes celestiales, reciben el beneficio de su educación y
experiencia.—
La Educación, 263
.
Cristo exige de todo hombre y mujer que se ponga la armadura
de su justicia y comience a trabajar. “Yo estoy a tu mano derecha pa-
[323]
ra ayudarte”, declara. Contad todas vuestras pruebas y perplejidades
a Dios. El jamás traicionará vuestra confianza. No hay nada más pre-
cioso para Cristo que su comprada posesión: su iglesia, los obreros
que salen a esparcir las semillas de verdad. ... Pensad en Jesús. El
está en su lugar santo, no solitario, sino rodeado por cientos de miles
de ángeles celestiales que esperan sus órdenes. Y los envía a trabajar
por los santos más débiles que ponen en él su confianza. Para los
encumbrados y los humildes, los ricos y los pobres, se ha provisto la
misma ayuda.—
The Southern Watchman, 7 de noviembre de 1905
.
No han de consentirse pensamientos de fracaso
Los que trabajan para Cristo nunca han de pensar, y mucho
menos hablar, acerca de fracasos en su obra. El Señor Jesús es
nuestra eficiencia en todas las cosas; su Espíritu ha de ser nuestra
inspiración; y al colocarnos en sus manos, para ser conductos de
luz, nunca se agotarán nuestros medios de hacer bien. Podemos
allegarnos a su plenitud, y recibir de la gracia que no tiene límites.—
Obreros Evangélicos, 19
.
Cuando nos entregamos completamente a Dios y en nuestra obra
seguimos sus instrucciones, él mismo se hace responsable de su
realización. El no quiere que conjeturemos en cuanto al éxito de
nuestros sinceros esfuerzos. Nunca debemos pensar en el fracaso.
Hemos de cooperar con Uno que no conoce el fracaso.—
Lecciones
Prácticas del Gran Maestro, 331
.
El Señor se chasquea cuando su pueblo se tiene en estima de-
masiado baja. Desea que su heredad escogida se estime según el
valor que él le ha atribuido. Dios la quería, de lo contrario no hu-
biera mandado a su Hijo a una empresa tan costosa para redimirla.
Tiene empleo para ella y le agrada cuando le dirige las más elevadas
[324]
demandas a fin de glorificar su nombre. Puede esperar grandes cosas
si tiene fe en sus promesas.—
El Deseado de Todas las Gentes, 605
.