Página 93 - Servicio Cristiano (1981)

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El despertar
El llamamiento
Que el mensaje evangélico resuene por nuestras iglesias, llamán-
dolas a una acción universal. Tengan los miembros de la iglesia
una fe acrecentada, y contágiense de celo de sus aliados invisibles
y celestiales, al tener noticias de sus recursos inagotables, y con-
vencerse de la magnitud de la empresa en que están empeñados,
y del poder de su Director. Los que se colocan bajo el control de
Dios para ser guiados y dirigidos por él, captarán la marcha firme
de los sucesos que él ordenó. Inspirados con el Espíritu de Aquel
que dió su vida por la vida del mundo, no continuarán inactivos en
la impotencia, se ñalando lo que no pueden hacer. Colocándose la
armadura del cielo, avanzarán a la batalla deseosos de hacer cosas
osadas en favor de Dios, sabiendo que la omnipotencia divina suplirá
su necesidad.—
Testimonies for the Church 7:14
.
¡Despertaos! La batalla prosigue. La verdad y el error se acercan
a su final conflicto. Marchemos bajo la bandera ensangrentada del
Príncipe Emmanuel, y luchemos la buena batalla de la fe, para lo-
grar honores eternos; porque la verdad triunfará, y nosotros hemos
de ser más que victoriosos por Aquel que nos amó. Las preciosas
horas del tiempo de gracia están terminando. Asegurémonos la vida
eterna, para que podamos glorificar a nuestro Padre celestial, y ser
los medios para salvar a las almas por las cuales Cristo murió.—
The
Review and Herald, 13 de marzo de 1888
.
Las órdenes de marcha
El duque de Wéllington asistía una vez a una reunión en la cual
un grupo de cristianos discutía la posibilidad de éxito en el esfuerzo
misionero entre los paganos. Apelaron al duque para que dijese si, a
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su parecer, los tales esfuerzos obtendrían un éxito proporcionado al
costo. El viejo soldado contestó:
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