Página 207 - Ser Semejante a Jes

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Procurar ser temperantes en todas las cosas, 8 de julio
En el camino de la justicia está la vida; y en sus caminos no hay muerte.
Proverbios 12:28
.
Dios ha permitido que la luz de la reforma pro salud brillara sobre nosotros en
estos últimos días, para que caminando en su luz podamos evitar muchos de los
peligros a los cuales estaremos expuestos. Satanás está trabajando con gran poder
para llevar a los hombres y a las mujeres a dar rienda suelta al apetito, complacer
las inclinaciones y emplear sus días en descuidada locura. Les muestra atracciones
en una vida de deleite egoísta y complacencia sensual.
La intemperancia mina las energías tanto del cuerpo como de la mente. Los
que son vencidos por la intemperancia se han colocado sobre el terreno de Satanás,
donde serán tentados y molestados, y finalmente serán controlados a voluntad por
el enemigo de toda justicia.
Los padres tienen que ser impresionados con su obligación de dar al mundo
hijos que tengan caracteres bien desarrollados; hijos que tengan el poder moral
para resistir la tentación, y cuya vida sea un honor para Dios y una bendición
para sus prójimos. Los que entran en la vida activa con principios firmes, estarán
preparados para mantenerse límpidos en medio de la corrupción moral de este
siglo corrupto. Que las madres mejoren cada oportunidad para educar a sus hijos
para que sean útiles.
La obra de la madre es sagrada e importante. Debe enseñar a sus hijos, desde la
misma cuna, a practicar hábitos de abnegación y de dominio propio. En un sentido
especial, su tiempo le pertenece a sus hijos, pero si ocupa su tiempo mayormente
con las necedades de esta época degenerada, si la sociedad, el vestido y las
diversiones absorben su atención, sus hijos no recibirán la educación esencial...
La intemperancia comienza en nuestras mesas, y, junto con la mayoría, se
complace el apetito hasta que su complacencia se vuelve una segunda naturaleza.
Cualquiera que come demasiado, o come alimentos que no son saludables, está
debilitando su fuerza para resistir las exigencias de otros apetitos y otras pasiones.
Para evitar la tarea de educar pacientemente a sus hijos en hábitos de abnega-
ción, muchos padres los complacen dándoles de comer y beber lo que les plazca.
El deseo de satisfacer el gusto y complacer las inclinaciones no disminuye con
el correr de los años, y esos jóvenes mimados, al crecer, son gobernados por el
impulso, son esclavos del apetito. Cuando ocupan su lugar en la sociedad y comien-
zan la vida por sí mismos, no tienen poder para resistir la tentación.—
Christian
Education, 175-177
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