Página 253 - Ser Semejante a Jes

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Las dádivas de la Tierra dan evidencias del amor de Dios, 22
de agosto
Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y
multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia,
para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce
por medio de nosotros acción de gracias a Dios.
2 Corintios 9:10, 11
.
Así como recibimos continuamente las bendiciones de Dios, así también de-
bemos dar constantemente. Cuando el Benefactor celestial deje de darnos, sólo
entonces se nos podrá disculpar, porque no tendremos nada para compartir. Dios
nunca nos ha dejado sin darnos evidencias de su amor, porque siempre nos ha
rodeado de beneficios. Nos da la lluvia de los cielos y estaciones fructíferas, pro-
veyéndonos copiosamente con sus abundantes cosechas, y llena nuestro corazón
con alegría. Declaró que “mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera
y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche”.
Génesis
8:22
.
A cada instante somos sostenidos por el cuidado de Dios y por su poder. Él
pone alimento en nuestras mesas. Nos proporciona un sueño pacífico y reparador.
Cada semana nos da el día sábado para que reposemos de nuestras labores tem-
porales y lo adoremos en su propia casa. Nos ha dado su Palabra para que ésta
sea como una lámpara para nuestros pies y una lumbrera en nuestro camino. En
sus páginas sagradas encontramos sabios consejos; y tantas veces como elevamos
nuestro corazón hacia él en penitencia y con fe, él nos concede las bendiciones de
su gracia. Pero por encima de todo se destaca el don infinito que Dios hizo al dar
a su Hijo amado, por medio de quien fluyen todas las demás bendiciones para esta
vida y para la vida venidera.
Ciertamente la bondad y la misericordia nos asisten a cada paso. Solamen-
te cuando deseemos que el Padre infinito cese de proporcionarnos sus dones,
podremos exclamar con impaciencia: “¿Tendremos que dar siempre?” No sólo
deberíamos devolver siempre nuestros diezmos a Dios, que él reclama como suyos,
sino además llevar un tributo a la tesorería como una ofrenda de gratitud. Llevemos
a nuestro Creador, rebosantes de gozo, las primicias de su munificencia: nuestras
posesiones más escogidas, y nuestro servicio mejor y más piadoso.—
Consejos
sobre Mayordomía Cristiana, 20
.
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