Página 305 - Ser Semejante a Jes

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El mensaje adventista debe santificar la mente y el cuerpo, 10
de octubre
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas
salud, así como prospera tu alma.
3 Juan 2
.
El propósito de Dios para con sus hijos es que éstos alcancen la medida de la
estatura de hombres y mujeres perfectos en Cristo Jesús. Para ello, deben hacer
un uso conveniente de todas las facultades de la mente, el alma y el cuerpo. No
pueden derrochar ninguna de sus energías mentales o físicas.
El asunto de la conservación de la salud tiene una importancia capital. Al
estudiar esta cuestión en el temor de Dios, aprenderemos que, para nuestro mejor
desarrollo físico y espiritual, conviene que nos atengamos a un régimen alimentario
sencillo. Estudiemos con paciencia esta cuestión. Para obrar atinadamente en este
sentido, necesitamos conocimientos y discernimiento. Las leyes de la naturaleza
existen, no para ser resistidas, sino acatadas.
Los que han recibido instrucciones acerca de los peligros del consumo de
carne, té, café y alimentos demasiado condimentados o malsanos, y quieran hacer
con Dios un pacto con sacrificio, no continuarán satisfaciendo sus apetitos con
alimentos que saben que son malsanos. Dios pide que los apetitos sean purificados
y que se renuncie a las cosas que no son buenas. Esta obra debe ser hecha antes
que su pueblo pueda estar delante de él como un pueblo perfecto.
El pueblo remanente de Dios debe ser un pueblo convertido. La presentación
de este mensaje debe tener por resultado la conversión y santificación de las almas.
El poder del Espíritu de Dios debe hacerse sentir en este movimiento. Poseemos
un mensaje maravilloso y precioso; tiene una importancia capital para quien lo
recibe, y debe ser proclamado con fuerte voz. Debemos creer con una fe firme y
permanente que este mensaje irá cobrando siempre mayor importancia hasta la
consumación de los tiempos...
Una solemne responsabilidad descansa sobre los que tienen conocimiento de
la verdad: la de velar para que sus obras correspondan a su fe, que su vida sea
refinada y santificada, y que sean preparados para la obra que debe cumplirse
rápidamente en el curso de estos últimos días del mensaje. No tienen ni tiempo
ni fuerzas que gastar en la satisfacción de sus apetitos. Estas palabras debieran
repercutir con fuerza ahora en nuestros oídos: “Arrepentíos y convertíos, para
que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor
tiempos de refrigerio”.
Hechos 3:19
.—
Joyas de los Testimonios 3:354, 355
.
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