Página 354 - Ser Semejante a Jes

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La palabra de Dios y el amor abrirán corazones para Jesús, 27
de noviembre
Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu
dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en
la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.
Isaías 26:9
.
Es el amor del Salvador el que constriñe al mensajero a llevar el mensaje a
los perdidos. ¡Oh, qué maravillosa es la insistencia de Cristo con los pecadores!
Aunque su amor es rechazado por la negativa de los corazones endurecidos y
porfiados, él vuelve a interceder con mayor fuerza. “He aquí, yo estoy a la puerta
y llamo”.
Apocalipsis 3:20
. Su amor atrae con una fuerza vencedora hasta que las
almas son constreñidas a venir.
Los que llegan a la cena se vuelven al bendito Jesús y dicen: “Tu benignidad
me ha engrandecido”.
Salmos 18:35
. Los gana por la palabra de su amor y poder,
porque la palabra de Dios es la vara de su poder. Dice él: “¿No es mi palabra como
fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?”
Jeremías 23:29
.
Cuando la palabra de Dios es llevada directamente al corazón por el Espíritu
Santo, es poderosa para derribar las fortalezas de Satanás. Los seres humanos
finitos nada pueden hacer en la gran contienda si no fuera por la palabra de Dios.
No pueden razonar con éxito con el corazón de los seres humanos que son tan
duros como el acero, que están cerrados y trancados no sea que Jesús pueda entrar
en ellos; pero el Señor capacita a hombres y a mujeres con su sabiduría, y el más
débil puede llegar a ser como David por la fe en Dios.
El Señor toma a los que se dedican a él, aunque tal vez no tengan educación,
hombres y mujeres humildes, y los envía con su mensaje de amonestación. Mueve
su corazón por medio de su Espíritu, les da músculos y tendones espirituales, y los
capacita para salir con la Palabra de Dios y para constreñir a los seres humanos a
entrar. De esa manera, muchas almas humildes y débiles, que están pereciendo de
hambre por falta del Pan de Vida, son hechas fuertes en su debilidad, y se hacen
valientes en la lucha, y ponen en fuga a ejércitos de extraños.
“Mirad que no desechéis al que habla”.
Hebreos 12:25
. Cada vez que no
atienden y rehúsan escuchar, cada vez que dejan de abrir la puerta de su corazón,
se fortalecen en la incredulidad, llegan a estar menos y menos dispuestos a escu-
char su voz que les habla, y disminuyen la oportunidad de responder al último
llamamiento de la misericordia... No llore Cristo por ustedes como lloró sobre
Jerusalén, diciendo: “¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta
sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada
desierta”.
Mateo 23:37, 38
.—
The Review and Herald, 24 de septiembre de 1895
.
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