Tanto el arrepentimiento como el perdón son dones de Cristo,
20 de diciembre
A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a
Israel arrepentimiento y perdón de pecados.
Hechos 5:31
.
Hay muchos que tienen ideas erróneas con respecto a la naturaleza del arrepen-
timiento. Piensan que no pueden ir a Cristo a menos que se arrepientan primero, y
que el arrepentimiento los prepara para el perdón de sus pecados. Es verdad que el
arrepentimiento precede al perdón de los pecados; porque sólo el corazón contrito
y quebrantado es el que sentirá la necesidad de un Salvador.
Pero, ¿deben esperar los pecadores hasta que se arrepientan antes de que
puedan ir a Jesús? ¿Debe ser el arrepentimiento un obstáculo entre el pecador y el
Salvador? Dijo Jesús: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí
mismo”.
Juan 12:32
. Cristo está constantemente atrayendo gente hacia sí mismo,
mientras que Satanás está buscando con diligencia cada estratagema imaginable
para alejarlos de su Redentor. Cristo debe ser revelado a los pecadores como
el Salvador que muere por los pecados del mundo; y mientras contemplan al
Cordero de Dios en la cruz del Calvario, los misterios de la redención comienzan
a desplegarse a la mente, y la bondad de Dios los conduce al arrepentimiento.
Aunque el plan de salvación requiere el estudio más profundo del filósofo,
no es demasiado profundo para la comprensión de un niño. Al morir por los
pecadores, Cristo manifestó un amor que es incomprensible; y al contemplar este
amor, el corazón queda impresionado, la conciencia se despierta y el alma es
llevada a preguntarse: “¿Qué es el pecado, que requiere semejante sacrificio para
la redención de su víctima?”.. El apóstol Pablo dio instrucciones con respecto al
plan de salvación. Declaró se cita
Hechos 20:20, 21
. Juan, hablando del Salvador,
dice: “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en
él”.
1 Juan 3:5
.
Los pecadores deben ir a Cristo, porque lo ven como su Salvador, su único
Ayudador, con el fin de que puedan ser capacitados para arrepentirse; porque si
se pudieran arrepentir sin ir a Cristo, también podrían salvarse sin Cristo. Es la
virtud que sale de Cristo la que los conduce al arrepentimiento verdadero... El
arrepentimiento es tanto un don de Dios como el perdón, y no puede encontrarse en
el corazón en el que no ha trabajado Jesús. No somos más capaces de arrepentirnos
sin que el Espíritu de Cristo despierte la conciencia, de lo que podemos ser
perdonados sin Cristo. Cristo atrae al pecador por medio de la manifestación
de su amor en la cruz, y esto ablanda el corazón, impresiona la mente e inspira
contrición y arrepentimiento en el alma.—
The Review and Herald, 1 de abril de
1890
.
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