Un mensaje para nuestro tiempo, 3 de marzo
Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme
hasta el fin nuestra confianza del principio.
Hebreos 3:14
.
“Yel ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,
y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que
están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están
en él, que el tiempo no sería más”.
Apocalipsis 10:5, 6
. Este mensaje anuncia el
fin de los períodos proféticos. El chasco de los que esperaban ver al Señor en 1844
fue muy amargo para los que habían aguardado tan ardientemente su aparición.
Dios permitió que ocurriera ese chasco, y que los corazones se manifestaran.
No ha habido ni una sola nube que ha caído sobre la iglesia para la cual
Dios no haya hecho provisión; no se ha levantado ni una sola fuerza opositora
para contrarrestar la obra de Dios que él no haya previsto... Todos sus propósitos
se cumplirán y establecerán. Su ley está unida con su trono, y los instrumentos
satánicos combinados con los instrumentos humanos no pueden destruirla. La
verdad es inspirada y está protegida por Dios; perdurará y tendrá buen éxito,
aunque algunas veces aparezca oscurecida.
El evangelio de Cristo es la ley ejemplificada en el carácter. Los engaños
practicados contra ella, toda invención destinada a vindicar la falsedad, y todo
error forjado por los instrumentos satánicos, llegarán a ser desbaratados para
siempre, y el triunfo de la verdad será como la apariencia del sol en el mediodía.
El Sol de justicia brillará con poder sanador en sus rayos, y toda la tierra estará
llena con su gloria...
Revivirán antiguas controversias, y constantemente surgirán teorías nuevas.
Pero el pueblo de Dios, el cual mediante sus creencias y su cumplimiento de la
profecía ha desempeñado una parte en la proclamación de los mensajes del primer,
del segundo y del tercer ángel, sabe dónde se encuentra. Tiene una experiencia
que es más preciosa que el oro refinado. Debe permanecer firme como una roca,
aferrándose al comienzo de su confianza resueltamente hasta el fin.—
Mensajes
Selectos 2:123-125
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