Página 60 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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Capítulo 9—El Edén restaurado
Restaurado con mayor gloria
—El huerto del Edén permaneció
en la tierra mucho tiempo después que el hombre fuera expulsado
de sus agradables senderos. Véase
Génesis 4:16
. Durante mucho
tiempo después, se le permitió a la raza caída contemplar de lejos el
hogar de la inocencia, cuya entrada estaba vedada por los vigilantes
ángeles. En la puerta del paraíso, custodiada por querubines, se
revelaba la gloria divina. Allí iban Adán y sus hijos a adorar a
Dios. Allí renovaban sus votos de obediencia a aquella ley cuya
transgresión los había arrojado del Edén. Cuando la ola de iniquidad
cubrió al mundo, y la maldad de los hombres trajo su destrucción
por medio del diluvio, la mano que había plantado el Edén lo quitó
de la tierra. Pero en la final restitución, cuando haya “un cielo nuevo,
y una tierra nueva” (
Apocalipsis 21:1
), ha de ser restaurado más
gloriosamente embellecido que al principio.
Entonces los que hayan guardado los mandamientos de Dios
respirarán llenos de inmortal vigor bajo el árbol de la vida; y a
través de las edades sin fin los habitantes de los mundos sin pecado
contemplarán en aquel huerto de delicias un modelo de la perfecta
obra de la creación de Dios, incólume de la maldición del pecado,
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una muestra de lo que toda la tierra hubiera llegado a ser si el
hombre hubiera cumplido el glorioso plan de Dios.—
Historia de los
Patriarcas y Profetas, 46, 47
.
Una visión dada a Moisés
—[Moisés]...vio la segunda venida
de Cristo en gloria, a los muertos resucitar para recibir la vida eterna,
y a los santos vivos trasladados sin ver la muerte, para ascender
juntos con cantos de alabanza y alegría a la ciudad eterna de Dios.
Otra escena aún se abre ante sus ojos: la tierra libertada de la
maldición, más hermosa que la tierra de promisión cuya belleza
fuera desplegada a su vista tan breves momentos antes. Ya no hay
pecado, y la muerte no puede entrar en ella. Allí las naciones de
los salvos y bienaventurados hallan una patria eterna. Con alborozo
indecible, Moisés mira la escena, el cumplimiento de una liberación
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