Página 229 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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Consejos a dirigentes y obreros evangélicos e institucionales
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integridad será confrontada con decisión. “¿Cómo, pues, haría yo
este grande mal y pecaría contra Dios?” La tentación más fuerte
no es excusa para el pecado. No importa cuán severa pueda ser la
presión ejercida sobre Ud., el pecado es un acto exclusivamente
suyo. El asiento de la dificultad es el corazón no renovado.
La peor clase de traidor
—Un hombre que afirme haber creído
la verdad presente por años, y sea considerado por sus hermanos
como digno de ocupar posiciones de confianza en las misiones o en
las instituciones, puede tornarse descuidado cuando un cambio de
circunstancias lo coloca en el terreno de la tentación, Con el tiempo,
él mismo puede llegar a tentar a los demás. Su caso es realmente
triste porque revela las operaciones de un corazón corrupto y una
necesidad de los principios que todos los cristianos deberían poseer.
Cuando alguien a quien se le han confiado grandes responsabili-
dades traiciona su sagrado cometido y se entrega en las manos de
Satanás como un instrumento de iniquidad para sembrar la semilla
del mal, corrompiendo así las mentes de los demás, se constituye
en un traidor de la peor clase. De una mente tal, manchada y co-
rrompida, a menudo reciben los jóvenes los primeros pensamientos
impuros que conducen a una vida vergonzosa y contaminada.
Obreros sin principios firmes
—Si los hombres colocados al
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frente de una misión, a pesar de haber recibido claras instrucciones
carecen de una firmeza de principios tal que los preserve de cualquier
vestigio de vulgaridad o familiaridad inapropiada con las mujeres,
tendrán que ser separados de sus cargos sin posibilidad de una
segunda oportunidad. Hay una depravación del alma que conduce a
esas prácticas y hábitos descuidados que pueden preponderar sobre
todo lo bueno que puedan hacer tales personas. Estamos viviendo
en una era de degradación moral; el mundo ha llegado a ser una
segunda Sodoma. Los que aguardan la venida del Hijo del Hombre
y que saben que estamos en las puertas mismas del mundo eterno,
deben dar un ejemplo que guarde armonía con su fe. Los que no
mantengan la pureza y la santidad no serán aceptados por Dios. El
verdadero hijo de Dios tiene principios profundamente enraizados
que no podrán ser movidos por la tentación, porque Cristo habita en
él por la fe.
No tiene sentido una segunda oportunidad
—Una segunda
oportunidad no será provechosa para aquellos cuyo sentido mo-