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La Temperancia
y oportunidades se consagraron para glorificarse a sí mismos antes
que honrar a su Creador.—
Redemption; or the Temptation of Christ
in The Wilderness, 21, 22
.
Lleva al consumo de bebidas más fuertes
—El beber sidra lle-
va al consumo de bebidas mas fuertes. El estómago pierde su vigor
natural y se necesita algo más fuerte para despertarlo a la acción.
En cierta ocasión en que mi esposo y yo estábamos viajando, nos
vimos obligados a pasar varias horas esperando el tren. Mientras
estábamos en la estación entró al restaurante anexo un campesino
de rostro enrojecido y congestionado, que con voz fuerte y ronca
preguntó: “¿Tiene Ud. aguardiente de primera?” Se le contestó que
sí, y pidió medio vaso. “¿Tiene pimienta?” “Sí”, fue la respuesta.
“Bueno, ponga adentro dos cucharadas bien grandes”. Luego pidió
que agregaran dos cucharadas de alcohol, y terminó pidiendo “una
buena cantidad de pimienta negra”. El hombre que estaba prepa-
rando la mistura preguntó: “¿Qué va Ud. a hacer con esta mezcla?”
El contestó: “Supongo que esto me hará efecto”, y llevándose el
vaso lleno a los labios bebió todo su ardiente contenido. Mi esposo
dijo: “Ese hombre ha usado estimulantes hasta destruir las delicadas
paredes del estómago. Supongo que estarán tan insensibles como
una bota quemada”.
Muchos al leer esto se reirán de la advertencia de peligro. Dirán:
“Ciertamente el poco de vino o sidra que yo uso no puede hacérme
daño”. Satanás tiene marcados a los tales como su presa; los lleva
paso a paso, y ellos no se dan cuenta de eso, hasta que las cadenas
del hábito y el apetito son demasiado fuertes para ser rotas. Vemos
el poder que el apetito por la bebida fuerte tiene sobre los hom-
bres; vemos cuántos hombres de todas las profesiones y de pesadas
responsabilidades, de elevada posición, de eminentes talentos, de
grandes logros, de finos sentimientos, de fuertes nervios y de grandes
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facultades intelectuales lo sacrifican todo por la complacencia del
apetito hasta reducirse al nivel de las bestias brutas; y en muchísimos
casos, su caída comenzó con el consumo de vino o sidra. Sabiendo
esto, me opongo decididamente a la elaboración de vino o sidra para
ser usados como bebida. ... Si todos fueran vigilantes y fieles en
guardar las pequeñas brechas abiertas por el uso moderado de los
supuestamente inofensivos vino y sidra, se cerraría el camino a la
embriaguez.—
The Review and Herald, 25 de marzo de 1884
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