Página 62 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
dominio propio. Luego siguen el tabaco y la copa de vino.—
The
Signs of the Times, 27 de octubre de 1887
.
Vidas sacrificadas
—El alcohol y el tabaco contaminan la sangre
de los hombres, y miles de vidas se sacrifican cada año a estos
venenos.—
The Health Reformer, noviembre de 1871
.
La naturaleza hace todo lo que puede para eliminar el tabaco,
sustancia venenosa, pero a menudo es vencida. Renuncia a la lucha
para eliminar al intruso, y la vida se sacrifica en el conflicto.—
Manuscrito 3, 1897
.
Usar tabaco es suicidarse
—Dios requiere pureza de corazón y
limpieza personal ahora tanto como cuando dio sus instrucciones
especiales a los hijos de Israel. Si Dios fue tan minucioso en exigir la
limpieza de aquellos que estaban viajando en el desierto, que estaban
casi todo el tiempo al aire libre, no requiere menos de nosotros que
vivimos en casas techadas donde las impurezas son más visibles, y
que tenemos un ambiente menos saludable. El tabaco es un veneno
de la especie más engañosa y maligna porque tiene una influencia,
excitante primero y luego paralizadora, sobre los nervios del cuerpo.
Es tanto más peligroso porque sus efectos en el organismo son muy
lentos y al principio difíciles de ser apreciados. Multitudes han caído
víctimas de su influencia venenosa. Ciertamente se han suicidado
mediante este lento veneno. Preguntamos, ¿cuál será su despertar en
la mañana de la resurrección?—
Spiritual Gifts 4a:128
.
No hay defensa
—La intemperancia de cualquier especie es co-
mo un grillete que tiene asidos a los seres humanos. Los embriagados
por el tabaco se están multiplicando. ¿Qué diremos de este mal? Es
sucio; nubla la mente; embota los sentidos; encadena la voluntad;
mantiene a sus víctimas en la esclavitud de hábitos difíciles de ven-
cer; tiene a Satanás por abogado. Destruye las claras percepciones
de la mente de manera que el pecado y la corrupción no pueden
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distinguirse de la verdad y la santidad. Este apetito por el tabaco
es autodestructor. Lleva a un anhelo por algo más fuerte: los vinos
y bebidas fermentadas, todos los cuales son embriagantes.—
Carta
102a, 1897
.