Página 23 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

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El ministerio actual de los ángeles
19
agradecimiento, aun cuando haya aparentes dificultades en nuestro
camino?—
El Ministerio de Curación, 196
.
[18]
Los ángeles de Dios están velando sobre nosotros. En esta tierra
hay miles y decenas de miles de mensajeros celestiales enviados
por el Padre para impedir que Satanás obtenga alguna ventaja sobre
aquellos que se niegan a caminar en el sendero del mal. Y estos ánge-
les que guardan a los hijos de Dios en la tierra están en comunicación
con el Padre en el cielo.—
En Lugares Celestiales, 99
.
Necesitamos comprender más plenamente la misión de los án-
geles. Sería bueno recordar que cada verdadero hijo de Dios cuenta
con la cooperación de los seres celestiales. Ejércitos invisibles de luz
y poder acompañan a los mansos y humildes que creen y aceptan las
promesas de Dios; hay a la diestra de Dios querubines y serafines,
y ángeles poderosos en fortaleza, “son todos espíritus ministrado-
res, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la
salvación”.
Hebreos 1:14
.—
Los Hechos de los Apóstoles, 125
.
Los ángeles iluminan nuestra mente
Dios exhorta a sus criaturas para que aparten su atención de
la confusión y perplejidad que las rodean, y admiren su obra. Los
cuerpos celestes merecen ser contemplados. Dios los ha hecho para
el beneficio del hombre, y mientras estudiamos sus obras, ángeles
de Dios están a nuestro lado para iluminar nuestra mente y guardarla
del engaño satánico.—
Comentario Bíblico Adventista 4:1167
.
Angeles celestiales observan a aquellos que están buscando
ser iluminados. Cooperan con los que tratan de ganar almas pa-
ra Cristo.—
Bible Echo and Signs of the Times, 10 de diciembre de
1900
.
[19]
[Palabras a los médicos] Vuestra relación con los enfermos pue-
de ser agotadora, y puede secar gradualmente las fuentes de la vida
si no hay cambio, oportunidad de recreación y, si los ángeles de Dios
no os guardan y protegen. Si pudierais ver los numerosos peligros
entre los cuales sois conducidos con seguridad cada día por esos
mensajeros del cielo, vuestros corazones se llenarían de gratitud y
ésta encontraría expresión a través de vuestros labios. Si convertís a
Dios en vuestra fortaleza, podréis, bajo las circunstancias más des-
animadoras, alcanzar una norma elevada de perfección cristiana que