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Capítulo 64—El poder del canto
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Un medio de educación
—La historia de los cantos de la Biblia
está llena de alusiones a los usos y beneficios de la música y el
canto. A menudo se pervierte la música haciéndola servir a malos
propósitos, y de ese modo llega a ser uno de los instrumentos más
seductores de la tentación. Pero, debidamente empleada, es un pre-
cioso don de Dios, destinado a elevar los pensamientos hacia temas
más nobles, y a inspirar y levantar el alma.
Así como los israelitas cuando andaban por el desierto alegraron
su camino con la música del canto sagrado, Dios invita a sus hijos
de hoy a alegrar, por el mismo medio, su vida de peregrinaje. Pocos
medios hay más eficaces para grabar sus palabras en la memoria,
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que el de repetirlas mediante el canto. Y esa clase de canto tiene
un poder maravilloso. Tiene poder para subyugar naturalezas rudas
e incultas, para avivar el pensamiento y despertar simpatía, para
promover la armonía en la acción, y desvanecer la melancolía y los
presentimientos que destruyen el valor, y debilitan el esfuerzo.
Es uno de los medios más eficaces para grabar en el corazón
la verdad espiritual. Cuán a menudo recuerda la memoria alguna
palabra de Dios al alma oprimida y a punto de desesperar, mediante
el tema olvidado de algún canto de la infancia. Entonces las tenta-
ciones pierden su poder, la vida adquiere nuevo significado y nuevo
propósito, y se imparte valor y alegría a otras almas.
Nunca se debería perder de vista el valor del canto como medio
educativo. Cántense en el hogar cantos dulces y puros, y habrá menos
palabras de censura y más de alegría, esperanza y gozo. Cántese en
la escuela, y los alumnos serán atraídos más a Dios, a sus maestros,
y los unos a los otros.
Como parte del servicio religioso, el canto no es menos impor-
tante que la oración. En realidad, más de un canto es una oración.
Si se enseña al niño a comprender esto, pensará más en el significa-
do de las palabras que canta, y será más sensible a su poder.—
La
Educación, 167, 168
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