Página 291 - La Voz

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El cultivo de la voz y el canto
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tener belleza, sentimiento y poder. Elévense las voces en cantos
de alabanza y devoción. Llamad en vuestro auxilio instrumentos
musicales, si eso es posible, y asciendan hacia Dios las gloriosas
armonías como una ofrenda aceptable.
[462]
Pero en ciertas ocasiones es más difícil disciplinar a los que
cantan, y conseguir que lo hagan en forma adecuada, que mejorar
los hábitos de oración y exhortación. Muchos quieren hacer las
cosas de acuerdo con su propio método; se oponen a las consultas
y se impacientan cuando otro los dirige. Se requieren planes bien
maduros en el servicio de Dios. El sentido común es algo excelente
en el culto que se rinde al Señor.—
El Evangelismo, 368
.
Las cualidades del buen canto
—Podemos introducir muchas
mejoras en el canto. Algunos piensan que cuanto más alto canten,
tanto más musicales son, pero el ruido no es música. El buen canto
es como la música de los pájaros: suave y melodioso.
En algunas de nuestras iglesias, he escuchado solos que eran
inapropiados para el servicio de culto en la casa de Dios. Las notas
prolongadas y los sonidos peculiares tan comunes en el canto de
ópera, no agradan a los ángeles. Estos se complacen en oír los
sencillos cantos de alabanza expresados en un tono natural. Ellos se
unen con nosotros en los cantos en los que cada palabra se pronuncia
claramente, en un tono musical. Participan en las melodías cantadas
con el corazón, el espíritu, y el entendimiento.—
El Evangelismo,
372
.
La solemnidad y la reverencia
—La melodía del canto, exha-
lada de muchos corazones en forma clara y distinta, es uno de los
instrumentos de Dios en la obra de salvar almas. Todo el servicio
debe ser dirigido con solemnidad y reverencia, como si fuese en
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la visible presencia del Maestro de las asambleas.—
Testimonios
Selectos 4:147
.
La música es parte del culto de adoración a Dios en el cielo
La música forma parte del culto de Dios en los atrios del cielo. En
nuestros cantos de alabanza, debemos intentar acercarnos, tanto
como sea posible, a la armonía de los coros celestiales. A menudo
me he entristecido al oír voces incultas, elevadas hasta la más alta
nota, chillando literalmente, al expresar las sagradas palabras de
algún himno de alabanza. Cuán inapropiadas son esas voces agudas
y estridentes en el culto sagrado y el gozoso servicio de Dios. Anhelo