Página 60 - La Voz

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La Voz: Su Educación y Uso Correcto
se iban, acallado el escarnio, y el corazón compenetrado del sen-
timiento de sus pecados. Herodes en su palacio oyó el mensaje, y
el orgulloso y empedernido gobernador tembló ante el llamado al
arrepentimiento.—
Obreros Evangélicos, 56
.
[87]
Su voz tenía autoridad
—[Jesús] decía a quien quería: “Sígue-
me” y el que oía la invitación, se levantaba y le seguía. Roto quedaba
el hechizo del mundo. A su voz, el espíritu de avaricia y ambición
huía del corazón, y los hombres se levantaban, libertados, para seguir
al Salvador.—
El Ministerio de Curación, 15
.
Ejemplificaba en su vida lo que decía
—Practicaba lo que en-
señaba. “Os he dado ejemplo—dijo a sus discípulos—, para que
vosotros también hagáis como yo he hecho”. “He guardado los man-
damientos de mi Padre”. Así, las palabras de Cristo tuvieron en su
vida una ilustración y un apoyo perfectos. Y más aún, él era lo que
enseñaba. Sus palabras no sólo eran la expresión de la experiencia
de su propia vida, sino de su propio carácter.—
La Educación, 78,
79
.
Su espíritu era una revelación de sus enseñanzas
—Las ense-
ñanzas de Cristo, no fueron grabadas en sus oyentes por ademanes
exteriores, sino por las palabras y los actos de su vida diaria, por el
espíritu que revelaba.—
Consejos para los Maestros Padres y Alum-
nos acerca de la Educación Cristiana, 385
.
Su enseñanza era poderosa y atractiva
—Hay en la vida tran-
quila y consecuente de un cristiano puro y verdadero, una elocuencia
mucho más poderosa que la de las palabras. Lo que un hombre es,
tiene más influencia que lo que dice.
Los emisarios enviados a Jesús volvieron diciendo, que nadie
había hablado antes como él. Pero esto se debía, a que jamás hombre
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alguno había vivido como él. De haber sido su vida diferente de lo
que fue, no hubiera hablado como habló. Sus palabras llevaban con-
sigo un poder que convencía, porque procedían de un corazón puro
y santo, lleno de amor y simpatía, de benevolencia y de verdad.—
El
Ministerio de Curación, 372
.
Sus palabras eran llenas de gracia
—Los fariseos estaban lle-
nos de un odio frenético contra Cristo, porque se daban cuenta de
que sus enseñanzas tenían un poder y un atractivo, que sus palabras
no contenían. Ellos decidieron, que la única manera de acabar con
su influencia era sentenciarlo a muerte, y, por lo tanto, enviaron