Página 123 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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El poder de Satanás
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do los ángeles todopoderosos, revestidos de la armadura del cielo,
acuden en auxilio del alma perseguida y desfalleciente, Satanás y
su hueste retroceden, sabiendo perfectamente que han perdido la
batalla. Los voluntarios súbditos de Satanás son fieles, activos y
unidos en un propósito, y aunque se aborrecen y se hacen guerra
mutuamente, aprovechan toda oportunidad para fomentar su interés
común. Pero el gran General del cielo y de la tierra ha limitado el
poder de Satanás.
Lo que he experimentado ha sido singular, y durante años he
sufrido pruebas mentales peculiares. La condición del pueblo de
Dios y mi relación con la obra de Dios, me han abrumado a menudo
con un peso de tristeza y desaliento indecible. Durante años, he
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considerado al sepulcro como un dulce lugar de reposo. En mi última
visión, pregunté a mi ángel acompañante por qué se me dejaba sufrir
tal perplejidad mental, y por qué era tan a menudo arrojada al terreno
de batalla de Satanás. Rogué que si había de estar tan íntimamente
relacionada con la causa de la verdad, fuese librada de estas pruebas
severas. Hay poder y fuerza en los ángeles de Dios, y yo rogué que
ellos me escudasen.
Entonces se me presentó nuestra vida pasada, y se me mostró
que Satanás había tratado de varias maneras de destruir nuestra
utilidad; que muchas veces había hecho sus planes para apartarnos
de la obra de Dios; se había presentado de diferentes maneras y
por medio de diversos expedientes, para lograr sus propósitos; pero
el ministerio de los santos ángeles le había derrotado. Vi que, en
nuestros viajes de lugar en lugar, con frecuencia había colocado a
sus malos ángeles en nuestra senda para causar un accidente que
nos ocasionase la muerte; pero los santos ángeles fueron enviados al
lugar para librarnos. Diversos accidentes nos pusieron a mi esposo y
a mí misma en grave peligro, y nuestra salvación ha sido maravillosa.
Vi que habíamos sido objeto especial de los ataques de Satanás, por
causa de nuestro interés en la obra de Dios y nuestra relación con
ella; y al ver el gran cuidado que Dios ejerce en todo momento en
favor de quienes le aman y le temen cobré confianza en Dios, y me
sentí reprendida por mi falta de fe.
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