Página 122 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

Basic HTML Version

118
Joyas de los Testimonios 1
Me fué mostrado que el verdadero pueblo de Dios es la sal
de la tierra y la luz del mundo. Dios requiere de él que progrese
continuamente en el conocimiento de la verdad, y en el camino de
santidad. Entonces comprenderá cómo llega Satanás y con la fuerza
de Jesús, le resistirá. Satanás llamará en su ayuda legiones de sus
ángeles para oponerse a los progresos hasta de un alma, y si posible
fuese, la arrebataría de las manos de Cristo.
La contienda por las almas
Vi a los malos ángeles contender por las almas, y a los ángeles de
Dios resistirles. El conflicto era intenso. Los malos ángeles estaban
corrompiendo la atmósfera con su influencia venenosa, y se cernían
en tropel alrededor de aquellas almas para entumecer su sensibilidad.
Los ángeles santos estaban mirando con ansiedad, y esperando para
rechazar las huestes de Satanás. Pero no es obra de los ángeles
buenos dominar las mentes de los hombres contra su voluntad. Si
ellos se entregan al enemigo y no hacen esfuerzo para resistirle,
[122]
entonces los ángeles de Dios no pueden hacer mucho más que
mantener en jaque a la hueste de Satanás, para que no destruya a los
que están en peligro, hasta que se les haya dado mayor luz con el fin
de despertarlos y hacerlos mirar al Cielo en procura de ayuda. Jesús
no comisionará a los ángeles santos para que libren a los que no se
esfuerzan por ayudarse a sí mismos.
Si Satanás ve que corre peligro de perder a un alma, hace cuanto
puede para conservarla. Y cuando la persona llega a darse cuenta del
peligro que corre, y con angustia y fervor busca fortaleza en Jesús,
Satanás teme perder un cautivo, y llama un refuerzo de sus ángeles
para rodear a la pobre alma y formar una muralla de tinieblas en
derredor de ella con el propósito de que la luz del cielo no la alcance.
Pero si el que está en peligro persevera, y en su impotencia se aferra
a los méritos de la sangre de Cristo, nuestro Salvador escucha la
ferviente oración de fe, y envía refuerzos de ángeles poderosos en
fortaleza para que lo libren.
Satanás no puede soportar que se recurra a su poderoso rival,
porque teme y tiembla ante su fuerza y majestad. Al sonido de la
oración ferviente, toda la hueste de Satanás tiembla. El continúa
llamando legiones de malos ángeles, para lograr su objeto. Cuan-