El poder de Satanás
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personas; pero si los santos de Dios, con profunda humildad, oran
y ayunan, sus oraciones prevalecerán. Jesús comisionará a ángeles
santos para resistir a Satanás, y éste será ahuyentado y su poder
sobre los afligidos, quebrantado. “Y les dijo: Este género con nada
puede salir, sino con oración y ayuno.”
Marcos 9:29
.
La palabra de Dios nos protege
Los predicadores populares no pueden resistir con éxito al es-
piritismo. No tienen nada con que proteger a sus rebaños de su
influencia nefasta. Gran parte de los tristes resultados del espiritismo
recaerá sobre los ministros de esta época, porque han pisoteado la
verdad, y preferido las fábulas. El sermón que Satanás predicó a
Eva con referencia a la inmortalidad del alma: “No moriréis,” lo han
reiterado desde el púlpito, y la gente lo recibe como pura verdad
bíblica. Tal es el fundamento del espiritismo. En ninguna parte ense-
ña la Palabra de Dios que el hombre es inmortal. La inmortalidad
es atributo de Dios únicamente, “quien sólo tiene inmortalidad, que
habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto
ni puede ver: al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.”
1
Timoteo 6:16
.
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La Palabra de Dios, debidamente comprendida y aplicada, es una
salvaguardia contra el espiritismo. La teoría de un infierno que arde
eternamente, predicada desde el púlpito, y presentada constantemen-
te a la gente, representa una injusticia para el carácter benevolente
de Dios. Le presenta como el mayor tirano del universo. Este di-
fundido dogma ha hecho volver a millares hacia el universalismo,
la incredulidad y el ateísmo. La Palabra de Dios es clara. Es una
recta cadena de verdad, y resultará un ancla para aquellos que estén
dispuestos a recibirla, aun cuando hayan de sacrificar sus apreciadas
fábulas. Ella los salvará de los terribles engaños de estos tiempos
peligrosos. Satanás ha inducido a los predicadores de las diferentes
iglesias a aferrarse tenazmente a sus errores populares, como indujo
a los judíos a aferrarse en su ceguera a sus sacrificios y a crucificar
a Cristo. El rechazamiento de la luz y la verdad deja a los hombres
cautivos, sujetos a los engaños de Satanás. Cuanto mayor es la luz
que rechazan, tanto mayor será el poder del engaño y de las tinieblas
que los sobrecogerán.