Página 172 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Los seguros de vid
Se me mostró que los adventistas observadores del sábado no
deben tomar parte en los negocios relacionados con los seguros de
vida. Es un comercio con el mundo que Dios no aprueba. Los que
participan en esta empresa se unen con el mundo, mientras que Dios
invita a su pueblo a salir de él y a mantenerse separado. Dijo el ángel:
“Cristo os compró con el sacrificio de su vida.” ‘¿O ignoráis que
vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros,
el cual tenéis de Dios y que no sois vuestros? Porque comprados sois
por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro
espíritu, los cuales son de Dios.’ ‘Porque muertos sois, y vuestra
vida está escondida con Cristo en Dios.’ Tal es el único seguro de
vida que el Cielo sanciona.
El tomar un seguro de vida constituye una conducta mundana que
induce a nuestros hermanos que la siguen a apartarse de la sencillez
y pureza del Evangelio. Toda desviación tal debilita nuestra fe y
reduce nuestra espiritualidad. Dijo el ángel: “Mas vosotros sois
linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para
que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas
a su luz admirable.” Pertenecemos al Señor en un sentido especial.
Cristo nos ha comprado. Nos rodean ángeles poderosos. No cae al
suelo un solo pajarillo sin que lo note nuestro Padre celestial. Aun
nuestros cabellos están contados. Dios ha provisto para sus hijos.
Los cuida en forma especial, y no deben desconfiar de su providencia
siguiendo una conducta mundanal.
Dios quiere que conservemos con sencillez y santidad nuestro
carácter peculiar como pueblo. Los que siguen ese mundano curso
de acción, invierten recursos que pertenecen a Dios, y que él les
ha confiado para que los usen en su causa a fin de hacer progresar
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su obra. Muy pocos serán los que obtengan ganancias del seguro
de vida, y sin la bendición de Dios aun estas utilidades resultarán
un perjuicio en vez de un beneficio. Aquellos a quienes Dios ha
Testimonios para la Iglesia 1:549-551 (1867)
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