Página 178 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
ejercer perfecto dominio sobre nosotros, e influir en todas nuestras
acciones. Si nos apropiamos debidamente del cielo y del poder de
lo alto, sentiremos la influencia santificadora del Espíritu de Dios
sobre nuestros corazones.
Se hace sufrir a otros
Cuando hemos procurado presentar la reforma pro salud a nues-
tros hermanos, y les hemos hablado de la importancia del comer y
beber, y hacer para gloria de Dios todo lo que hacen, muchos han
dicho por sus acciones: “A nadie le importa si como esto o aquello;
nosotros mismos hemos de soportar las consecuencias de lo que
hacemos.”
Estimados amigos, estáis muy equivocados. No sois los únicos
que han de sufrir a consecuencia de una conducta errónea. En cierta
medida, la sociedad a la cual pertenecéis sufre por causa de vuestros
errores tanto como vosotros mismos. Si sufrís como resultado de
vuestra intemperancia al comer o al beber, los que estamos en derre-
dor vuestro o alternamos con vosotros, también quedamos afectados
por vuestra flaqueza. Hemos de sufrir por causa de vuestra conducta
errónea. Si ella contribuye a disminuir vuestras facultades menta-
les o físicas, y lo advertimos cuando estamos en vuestra compañía,
quedamos afectados por ello. Si en vez de tener espíritu animoso,
sois presa de la lobreguez, ensombrecéis el ánimo de todos los que
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os rodean. Si estamos tristes, deprimidos y angustiados, vosotros, si
gozarais de salud, podríais tener una mente clara que nos mostrase
la salida y dirigiese una palabra consoladora. Pero si vuestro cerebro
está nublado como resultado de vuestra errónea manera de vivir, a tal
punto que no podéis darnos el consejo correcto, ¿no sufrimos acaso
una pérdida? ¿No nos afecta seriamente vuestra influencia? Tal vez
tengamos mucha confianza en vuestro juicio y deseemos vuestro
consejo, porque “en la multitud de consejeros hay salud.”
Proverbios
11:14
. Deseamos que nuestra conducta parezca consecuente ante
aquellos a quienes amamos y deseamos buscar el consejo que ellos
nos puedan dar con mente clara. Pero ¿qué interés tenemos en vues-
tro juicio si vuestra energía mental ha sido recargada hasta lo sumo
y la vitalidad se ha retirado del cerebro para disponer del alimento
impropio que se puso en el estómago, o de una enorme cantidad de