Página 185 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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La temperancia cristiana
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tratado en forma que no disguste ni cause prejuicios en aquellos a
quienes queremos enseñar y ayudar.
La religión y la buena cocina
Con frecuencia nuestras hermanas no saben cocinar. A las tales
quiero decirles: Yo iría a la mejor cocinera que se pudiera hallar en
el país, y permanecería a su lado si fuese necesario durante semanas,
hasta llegar a dominar el arte de preparar los alimentos, y ser una
cocinera inteligente y hábil. Obraría así aunque tuviese cuarenta años
de edad. Es vuestro deber saber cocinar, y lo es también el enseñar
a vuestras hijas a cocinar. Cuando les enseñáis el arte culinario,
edificáis en derredor de ellas una barrera que las guardará de la
insensatez y el vicio que de otra manera podría tentarlas. Yo aprecio
a mi costurera y a mi copista; pero mi cocinera, que sabe preparar
el alimento que sostiene la vida y nutre el cerebro, los huesos y los
músculos, ocupa el puesto más importante entre los ayudantes de
mi familia.
Podemos tener una variedad de alimentos buenos y saludables,
cocinados en forma sana, de manera que agraden a todos. Y si voso-
tras, hermanas mías, no sabéis cocinar, os aconsejo que aprendáis.
Saber cocinar es de vital importancia para vosotras. Por la mala
cocina se pierden más almas de lo que nos imaginamos. Produce
malestar, enfermedad y mal genio; el organismo se descompone y
no se pueden discernir las cosas celestiales. Hay más religión en un
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buen pan de lo que muchos piensan. Hay más religión en una buena
cocina de lo que muchos se imaginan. Queremos que aprendáis lo
que es la buena religión, y que la practiquéis en vuestras familias. A
veces, durante mis ausencias de casa, sabía que el pan y el alimento
en general que había sobre la mesa me iban a perjudicar; pero me
veía obligada a comer un poco para sustentar la vida. Es un pecado
a los ojos del cielo ingerir tales alimentos. He sufrido por falta de
alimento apropiado. Para un estómago dispéptico, podéis colocar
sobre vuestras mesas frutas de diferentes clases, pero no demasiadas
en una comida. De esta manera podéis tener variedad y alimentos
de buen gusto, y después de comer os sentiréis bien. ...
Algunos de vosotros os expresáis como si os agradara que al-
guien os dijese cuánto se debe comer. No debe ser así. Tenemos