Página 193 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Una conciencia violada
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Se encuentra en el campo de batalla de Satanás, empeñado en
un severo conflicto. Vd. ha derribado la valla que rodea todo círculo
familiar, para hacerlo sagrado. Y ahora Satanás lo acosa casi cons-
tantemente. Vd. no tiene reposo ni paz; y procura hacer responsables
a sus hermanos de los conflictos ocasionados por sus sentimien-
tos, dudas y celos; considera que ellos yerran y que no le prestan
atención. La dificultad estriba en Vd. mismo. Vd. quiere seguir su
propio camino, y no desgarrar su corazón delante de Dios. Se niega,
quebrantado y contrito, pecaminoso y contaminado, a confiar en
su misericordia. Sus esfuerzos por salvarse, si persiste en ellos, le
acarrearán la ruina.
Deben cesar sus celos y censuras. Dirija su atención a su propio
caso, y arrepiéntase con humildad, confiando solamente en la sangre
de Cristo para salvar su propia alma. Haga una obra cabal para la
eternidad. Si huye de la verdad, se arruinará; y su familia también.
Una vez que han sido derribadas las fortificaciones destinadas a
conservar el carácter sagrado y privado de la relación familiar, es
difícil volverlas a edificar; pero con la fortaleza de Dios, y sólo
con ella, Vd. podrá hacerlo. La verdad sagrada es el ancla que le
impedirá ser arrastrado hacia abajo por la corriente del crimen y la
destrucción.
Una vez violada, la conciencia se debilita mucho. Necesita fuerza
y vigilancia constante y oración incesante. Vd. está en un resbalade-
ro. Necesita toda la fuerza que la verdad pueda darle para fortalecerlo
y salvarlo del naufragio completo. Delante de Vd. están la vida y la
muerte; ¿cuál elegirá? Si Vd. hubiese visto la necesidad de mante-
nerse firmemente aferrado a los principios, y no obrar por impulsos,
de no desanimarse fácilmente, sino prepararse para soportar penu-
rias, no habría sido vencido como lo fué. Vd. ha obrado por impulso.
No estuvo, como nuestro Modelo sin defecto, dispuesto a soportar la
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contradicción de los pecadores contra Vd. Se nos exhorta a recordar
a Aquel que soportó esto, no sea que nos cansemos y desmayemos
en nuestro ánimo. Vd. ha sido tan débil como un niño, sin poder de
resistencia. No sintió la necesidad de estar establecido, fortalecido,
asentado y edificado en la fe.
Vd. consideró que tal vez era su deber enseñar la verdad a otros
en vez de que se la enseñasen a Vd. Pero debe estar dispuesto a
aprender, a recibir la verdad de los demás, y debe cesar de censurar,