Página 192 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Una conciencia violad
Estimado Hno. N***: Me siento obligada por un sentimiento del
deber a dirigirle unas pocas líneas. Me han sido mostradas respecto
a su caso algunas cosas que no me atrevo a callar. Se me señaló que
Satanás se aprovechó de Vd. porque su esposa no abrazó la verdad.
Vd. trabó amistad con una mujer corrupta cuyos pasos llevan al
infierno. Ella manifestó gran simpatía hacia Vd. por la oposición de
su esposa. Como la serpiente en Edén, hizo fascinantes sus modales.
Le convenció de que a Vd. lo trataban mal; de que su esposa no
apreciaba sus sentimientos ni retribuía sus afectos y de que al casarse
con ella había cometido un error. Vd. llegó hasta a considerar que los
votos matrimoniales de fidelidad vitalicia que lo unían a su esposa,
eran amargas cadenas. Vd. buscó simpatía en ese falso ángel que
pronuncia lindas palabras. Le confió a ella lo que únicamente debiera
haber confiado a su esposa a quien se comprometió a amar, honrar y
estimar mientras ambos viviesen. Se olvidó de velar y orar siempre,
no fuera que
entrase en
tentación. Su alma quedó mancillada por
un delito. Vd. manchó el registro que de su vida se lleva en el cielo
con una terrible tacha. Sin embargo, una profunda humillación y
el arrepentimiento delante de Dios serán aceptables. La sangre de
Cristo puede lavar esos pecados.
Vd. ha caído en forma terrible. Satanás lo atrajo a su red, y lo
dejó para que se desenredase lo mejor que pudiese. Se ha visto aco-
sado, perplejo y terriblemente tentado. Lo atormenta una conciencia
culpable. Desconfía de sí mismo, y se imagina que todos los demás
desconfían de Vd. Es celoso de sí mismo, y se imagina que otros
corazones lo celan. No tiene confianza en sí mismo, y se imagina que
sus hermanos no la tienen tampoco. Satanás le presenta a menudo
el pasado, y le dice que de nada vale procurar vivir la verdad, que
el camino es demasiado estrecho para Vd. que ha sido vencido; y
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ahora Satanás se aprovecha de su conducta pecaminosa para hacerle
creer que no hay redención posible.
Testimonios para la Iglesia 2:89-93 (1868)
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