Página 205 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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La oración por los enfermo
En el caso de la Hna. F***, se necesitaba hacer una gran obra.
Los que se unieron para orar por ella necesitaban que se hiciera una
obra en favor de ellos. Si Dios hubiese contestado sus oraciones, les
habría causado la ruina. En tales casos de aflicción, cuando Satanás
domina la mente, antes de dedicarse a la oración debe haber el más
detenido examen propio para descubrir si no hay pecados de los
cuales sea necesario arrepentirse, para confesarlos y abandonarlos.
Es necesaria una profunda humildad de alma delante de Dios, y
una confianza firme y humilde en los méritos de la sangre de Cristo
únicamente.
Nada lograrán el ayuno y la oración mientras el corazón esté
enajenado de Dios por una conducta errónea. “¿No es antes el ayuno
que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, deshacer los haces
de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo
yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres
errantes metas en casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no
te escondas de tu carne?”
Isaías 58:6, 7
. “Entonces invocarás, y oírte
ha Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio
de ti el yugo, el extender el dedo, y hablar vanidad; y si derramares
tu alma al hambriento, y saciares el alma afligida, en las tinieblas
nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el medio día; y Jehová te
pastoreará siempre, y en las sequías hartará tu alma, y engordará tus
huesos; y serás como huerta de riego, y como manadero de aguas,
cuyas aguas nunca faltan.”
Vers. 9-11
.
Lo que el Señor requiere es una obra del corazón, buenas obras
que broten de un corazón lleno de amor. Todos deben considerar
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con cuidado y oración los pasajes arriba citados, e investigar sus
motivos y acciones. La promesa que Dios nos hace se basa en una
condición de obediencia, de obediencia a todos sus requerimientos.
“Clama a voz en cuello—dice el profeta Isaías—no te detengas; alza
tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa
Testimonios para la Iglesia 2:145-149 (1868)
.
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