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Joyas de los Testimonios 1
Ya no trazamos un camino, ni procuramos hacer que el Señor
cumpla nuestros deseos. Si la vida de los enfermos puede glorificarlo,
oramos que vivan, pero no que se haga como nosotros queremos,
sino como él quiere. Nuestra fe puede ser muy firme e implícita si
rendimos nuestro deseo al Dios omnisapiente, y, sin ansiedad febril,
con perfecta confianza, se lo consagramos todo a él. Tenemos la
promesa. Sabemos que él nos oye si pedimos de acuerdo con su
voluntad. Nuestras peticiones no deben cobrar forma de órdenes,
sino de una intercesión para que él haga las cosas que deseamos que
haga.
Cuando la iglesia esté unida, tendrá fuerza y poder; pero cuando
parte de sus miembros están unidos al mundo, y muchos están en-
tregados a la avaricia, que Dios aborrece, poco puede hacer el Señor
por ella. La incredulidad y el pecado nos apartan de Dios. Somos tan
débiles que no podemos soportar mucha prosperidad espiritual; co-
rremos el riesgo de atribuirnos la gloria y de considerar que nuestra
bondad y justicia son los motivos de la señalada bendición de Dios,
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cuando todo se debe a la gran misericordia y al amor de nuestro
compasivo Padre celestial, y no a cosa buena alguna que haya en
nosotros.
* * * * *
Vi que la razón por la cual Dios no oye más plenamente las
oraciones de sus siervos en favor de los enfermos que hay entre
nosotros, es que no se le glorifica al hacerlo, mientras se violan las
leyes de la salud. También vi que él quería que la reforma pro salud
y el Instituto de la Salud preparasen el camino para que las oraciones
de fe fuesen contestadas plenamente. La fe y las buenas obras deben
ir juntas para aliviar a los afligidos que hay entre nosotros, y ponerlos
en condición de glorificar a Dios aquí, y ser salvos cuando venga
Cristo. No permita Dios que estos afligidos se chasqueen y agravien
al descubrir que los dirigentes del Instituto trabajan solamente desde
un punto de vista mundanal, en vez de añadir a la práctica de la
higiene las bendiciones y las virtudes de padres y madres en Israel.
No tenga nadie la idea de que el Instituto es para ellos el lu-
gar donde han de ser levantados por la oración de fe. Es el lugar
donde hallarán alivio de la enfermedad por tratamientos, y, por los