Página 234 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

Basic HTML Version

230
Joyas de los Testimonios 1
estimulado, si se quiere crecer en gracia y en el conocimiento de la
verdad. Desear lo bueno y la verdadera santidad es correcto en sí,
pero si te detienes allí, de nada te servirá. Los buenos propósitos
son loables, pero no tendrán valor a menos que se lleven resuelta-
mente a cabo. Muchos se perderán aunque esperaron y desearon ser
cristianos, pero no hicieron esfuerzos fervientes; por lo tanto, serán
pesados en la balanza y hallados faltos. La voluntad debe ejercerse
en la debida dirección diciendo:
Quiero
ser un cristiano consagrado.
Quiero
conocer la longitud, la anchura, la altura y la profundidad
del amor perfecto. Escucha las palabras de Jesús: “Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán hartos.”
Mateo 5:6
. Cristo ha hecho amplia provisión para satisfacer el alma
que tiene hambre y sed de justicia.
El elemento puro del amor dilatará al alma, a fin de que alcance lo
superior, en busca del conocimiento más amplio de las cosas divinas,
de tal manera que no quede satisfecha a menos que obtenga la
[242]
plenitud. La mayoría de los que profesan ser cristianos no tienen idea
de la fuerza espiritual que podrían tener si fuesen tan ambiciosos,
celosos y perseverantes para alcanzar el conocimiento de las cosas
divinas como lo son para obtener las miserables y perecederas cosas
de esta vida. Las masas que profesan ser cristianas se satisfacen con
su condición de enanos espirituales. No están dispuestas a buscar
primeramente el reino de Dios y su justicia; de ahí que la piedad sea
para ellas un misterio oculto e incomprensible. No conocen a Cristo
por experiencia.
Transpórtese repentinamente al cielo a esos hombres y mujeres
que están satisfechos con su condición de enanos e inválidos en
las cosas divinas, y hágaseles considerar por un instante el alto y
santo estado de perfección que reina siempre allí, donde toda al-
ma rebosa de amor, donde todo rostro resplandece de gozo, donde
se elevan melodiosos acentos de música arrobadora en honor de
Dios y del Cordero y los incesantes raudales de luz fluyen sobre los
santos desde el rostro de Aquel que se sienta sobre el trono y del
Cordero; y hágaseles comprender que hay un gozo superior aún que
experimentar; porque cuanto más reciben del gozo de Dios, tanto
mayor es la capacidad de los justos para disfrutar la dicha eterna; de
modo que continúen recibiendo nuevas y mayores provisiones de
las incesantes fuentes de gloria y felicidad inefable; ¿podrían dichas