Página 24 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
hasta el momento de la muerte del pastor White en 1881, residieron
mayormente en California. Aunque nunca fué muy fuerte, la Sra. de
White disfrutó de buena salud desde que llegó a la edad madura.
A los esposos White les nacieron cuatro hijos. El primero, Enri-
que, vivió hasta los dieciséis años; el último, Heriberto, murió a los
tres meses. Los otros dos, Edson y Guillermo, llegaron a la madurez
y se dedicaron ambos activamente a la obra de la denominación
adventista del séptimo día.
En respuesta a un pedido de la Asociación General, la Sra. de
White fué a Europa en el verano de 1885. Allí dedicó dos años a
fortalecer la obra que se estaba desarrollando en el continente. Hizo
de Basilea, Suiza, su centro, pero viajó extensamente por la Europa
Meridional, Central y Septentrional, para asistir a los congresos de
la iglesia y conocer las congregaciones de creyentes. Pasó luego
cuatro años en los Estados Unidos, y en 1891, en respuesta al pedido
de la Asociación General, se dirigió a Australia. Allí residió nueve
años y ayudó a iniciar y desarrollar la obra, especialmente en sus
ramos educativo y médico. La Sra. de White regresó a los Estados
Unidos en 1900 y se radicó en la costa occidental, en Santa Elena,
[18]
California, hasta su muerte ocurrida en 1915.
Durante toda su vida de servicio, la influencia de la Sra. de
White se hizo sentir en las filas adventistas. Visitaba las iglesias,
participaba de las sesiones de la Asociación General, y cuando le era
posible, asistía a los congresos locales. Con frecuencia, este trabajo
la llevaba durante todo un verano de un congreso a otro, en los cuales
se dirigía a los miembros de la iglesia y a grandes congregaciones
del público en general.
Durante varias décadas, aparecieron regularmente en los pe-
riódicos de la denominación muchos artículos de su pluma. Estos
mensajes inspirados ejercían semanalmente una amplia y serena
influencia modeladora. De vez en cuando salían sus libros de la
prensa para ser leídos y releídos ávidamente. La tarea de presentar a
la iglesia y al mundo las instrucciones y la información que se le ha-
bían impartido en sus visiones, fué la vocación de toda su vida. Las
visiones continuaron durante toda su vida. Entre las del principio,
en 1858, se contó la abarcante visión básica del “Gran Conflicto.”
Antes que hubieran transcurrido seis meses después de recibir esta
revelación, el asunto estuvo listo para el público en forma de un