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Joyas de los Testimonios 1
Un falso concepto del amor
Hombres y mujeres, aprenderéis algún día lo que es la concupis-
cencia y el resultado de satisfacerla. Puede hallarse en las relaciones
matrimoniales una pasión de clase tan baja como fuera de ellas.
El apóstol Pablo exhorta a los esposos a amar a sus esposas “co-
mo Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.” “Así
también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos
cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque ninguno
aborreció jamás a su propia carne, antes la sustenta y regala, como
también Cristo a la iglesia.”
Efesios 5:25, 28, 29
. No es amor puro
el que impulsa a un hombre a hacer de su esposa un instrumento que
satisfaga su concupiscencia. Es expresión de las pasiones animales
que claman por ser satisfechas.
¡Cuán pocos hombres manifiestan su amor de la manera especi-
ficada por el apóstol: “Así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó
a sí mismo por ella, [no para contaminarla], sino para santificarla y
limpiarla,” para “que fuese santa y sin mancha.” Esta es la calidad del
amor que en las relaciones matrimoniales Dios reconoce como santo.
El amor es un principio puro y sagrado; pero la pasión concupiscente
no admite restricción, no quiere que la razón le dicte órdenes ni la
controle. No vislumbra las consecuencias; no quiere razonar de la
causa al efecto. Muchas mujeres están sufriendo de gran debilidad y
constantes enfermedades debido a que se han despreciado las leyes
de su ser; y se han pisoteado las leyes de la naturaleza. Hombres y
mujeres despilfarran la fuerza nerviosa del cerebro, y la ponen en
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acción antinatural para satisfacer las pasiones bajas; y este monstruo
odioso, la pasión baja y vil, recibe el nombre delicado de amor.
Muchos cristianos profesos que desfilaron delante de mí, care-
cían de restricción moral. Eran más animales que hijos de Dios. De
hecho, su naturaleza parecía ser casi completamente animal. Mu-
chos hombres de este tipo degradan a la esposa a quien prometieron
sostener y apreciar. Hacen de ella un instrumento para satisfacer
las propensiones bajas y concupiscentes. Y muchísimas mujeres
se someten a ser esclavas de la pasión concupiscente; no poseen
sus cuerpos en santificación y honra. La esposa ya no conserva
aquella dignidad y respeto propio que poseía antes del casamiento.
Esta santa institución debiera haber conservado y aumentado su