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Joyas de los Testimonios 1
Oraciones cortas y directas
Todos debieran considerar como un deber cristiano el hacer ora-
ciones cortas. Presentad al Señor exactamente lo que queréis, sin
recorrer todo el mundo. En la oración privada, todos tienen el privi-
legio de orar todo el tiempo que deseen, y de ser tan explícitos como
quieran. Pueden orar por todos sus parientes y amigos. La cámara
secreta es el lugar donde se han de contar todas las dificultades,
pruebas y tentaciones particulares. La reunión para adorar a Dios en
conjunto no es el lugar donde se hayan de revelar las cosas privadas
del corazón.
¿Cuál es el objeto que se tiene al reunirse? ¿Es para informar
a Dios, instruirle, diciéndole en oración todo lo que sabemos? Nos
reunimos para edificarnos unos a otros mediante el intercambio
de pensamientos y sentimientos, para obtener fuerza, luz y valor al
conocer mejor nuestras esperanzas y aspiraciones mutuas; y al elevar
con fe nuestras oraciones fervientes y sentidas, recibimos refrigerio
y vigor de la fuente de nuestra fuerza. Estas reuniones deben ser
momentos muy preciosos, y deben ser hechas interesantes para todos
los que tienen placer en las cosas religiosas.
Temo que algunos no presenten sus dificultades a Dios en ora-
ción particular, sino que las reserven para la reunión de oración,
y allí eleven sus oraciones de varios días. A los tales se los puede
llamar asesinos de reuniones públicas y de oración. No emiten luz;
no edifican a nadie. Sus oraciones heladas y sus largos testimonios
de apóstatas arrojan una sombra. Todos se alegran cuando han termi-
nado, y es casi imposible desechar el enfriamiento y las tinieblas que
sus oraciones y exhortaciones imparten a la reunión. Por la luz que
he recibido, entiendo que nuestras reuniones deben ser espirituales,
sociales y no demasiado largas. La reserva, el orgullo, la vanidad y
el temor del hombre deben quedar en casa. Las pequeñas diferencias
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y los prejuicios no deben ir con nosotros a estas reuniones. Como
en una familia unida, la sencillez, la mansedumbre, la confianza y
el amor deben reinar en el corazón de los hermanos y las hermanas
que se reúnen para ser refrigerados y vigorizados al juntar sus luces.
“Vosotros sois la luz del mundo,” dice el Maestro celestial. Todos
no tienen la misma experiencia en su vida religiosa. Pero si se reúnen
los que han pasado por diversas circunstancias, pueden hablar de