280
Joyas de los Testimonios 1
deberes de la vida que deben ser realizados, puede y debe manifestar
fidelidad, obediencia y amor tan sinceros como los que manifiestan
los ángeles en su esfera. La conformidad con la voluntad de Dios
hace que sea honorable cualquier trabajo que debe ser hecho.
Lo que Vd. necesita es amor y afecto. Su carácter necesita ser
moldeado. Debe poner a un lado sus preocupaciones, y en su lugar
albergar amabilidad y amor. Niéguese a sí misma. No fuimos creados
ángeles, sino un poco inferiores a ellos; sin embargo, nuestra obra
es importante. No estamos en el cielo, sino en la tierra. Cuando
estemos en el cielo, entonces estaremos preparados para hacer la
obra sublime y elevadora del cielo. Aquí en este mundo es donde
debemos ser probados. Debemos estar armados para el conflicto y
para el deber.
El deber más sublime que incumbe a las jóvenes es el que han
de cumplir en sus propios hogares, al beneficiar a sus padres, her-
manos y hermanas con afecto y verdadero interés. Allí es donde
se puede manifestar abnegación y olvido propio, al cuidar a los de-
más y actuar en su favor. Nunca degradará este trabajo a una mujer.
Es el cargo más sagrado y elevado que ella pueda ocupar. ¡Qué
influencia puede ejercer una hermana sobre sus hermanos! Si ella
vive correctamente, puede determinar cuál será el carácter de sus
hermanos. Sus oraciones, su amabilidad y su afecto pueden valerle
mucho en una familia. Hermana mía, estas nobles cualidades no
pueden comunicarse a otras mentes, a menos que existan primero
en la propia. El contentamiento de espíritu, el afecto, la amabilidad
y la alegría del genio que manifieste a todo corazón le devolverán
lo que Vd. dé a los demás. Si Cristo no reina en el corazón, habrá
descontento y deformidad moral. El egoísmo requerirá de los demás
[297]
lo que no estamos dispuestos a darles. Si Cristo no está en el corazón,
el carácter será desapacible.
No son solamente las obras y las batallas grandes las que prueban
el alma y exigen valor. La vida diaria causa perplejidades, pruebas
y desalientos. Es el trabajo humilde el que con frecuencia exige
paciencia y fortaleza. Se necesitará confianza propia y resolución
para afrontar y vencer todas las dificultades. Asegúrese de que el
Señor esté con Vd., para que sea en todo lugar su consuelo. Necesita
mucho un espíritu manso y tranquilo, y sin él no puede tener felici-
dad. Dios le ayude, hermana mía, a buscar mansedumbre y justicia.