Página 283 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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La fidelidad en los deberes doméstico
Estimada Hna. O***: Creo que Vd. no es feliz. Al buscar una
gran obra que hacer, pasa por alto los deberes actuales que se en-
cuentran directamente en su camino. No es feliz porque está mirando
por encima de los pequeños deberes diarios de la vida en busca de
alguna obra más elevada y más grande. Se siente inquieta, intran-
quila y descontenta. Le gusta más dictar que ejecutar órdenes. Le
gusta más decir a otros lo que deben hacer que hacerlo Vd. misma
con alegría.
Vd. podría haber hecho más feliz el hogar de sus padres si hu-
biese estudiado menos sus inclinaciones, y más la necesidad ajena.
Cuando desempeña los deberes comunes y ordinarios de la vida, no
dedica su corazón al trabajo. Su mente se aleja de él y piensa en un
trabajo más agradable, superior o más honorable. Alguien debe ha-
cer esas mismas cosas que no le causan placer y hasta le desagradan.
Estos deberes sencillos, si se hacen con buena voluntad y fidelidad,
le darán una educación que Vd. necesita para que le lleguen a gustar
los deberes domésticos. Hay en ello una experiencia que le es alta-
mente esencial obtener, pero no la aprecia. Vd. murmura contra su
suerte, haciendo así desgraciados a los que la rodean, y sufriendo
Vd. misma una grave pérdida. Tal vez nunca se la llame a hacer un
trabajo que la hará presentarse ante el público. Pero todo el trabajo
necesario que hagamos, sea lavar los platos, poner la mesa, atender a
los enfermos, cocinar o lavar, es de importancia moral; y mientras no
podamos desempeñar estos deberes con alegría y felicidad, no esta-
mos listos para desempeñar otros deberes mayores y superiores. Las
tareas humildes que se nos presentan deben ser hechas por alguien;
y los que las cumplen deben sentir que están haciendo un trabajo
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necesario y honorable, y que al cumplir su misión, por humilde que
sea, realizan la obra de Dios tan ciertamente como Gabriel cuando
era enviado a los profetas. Todos trabajan en su orden y en sus res-
pectivas esferas. La mujer en su hogar, al desempeñar los sencillos
Testimonios para la Iglesia 3:79-81 (1872)
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