Página 291 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Parábolas de los perdidos
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han errado, sino que deben emplearse todos los medios de que se
disponga para traerlos de nuevo a la luz. Se enciende el candil,
y, mediante fervientes oraciones en procura de luz celestial para
encarar los casos de aquellos que se encuentran cercados por las
tinieblas y la incredulidad, se escudriña la Palabra de Dios para
hallar puntos claros de la verdad, a fin de que los cristianos se
encuentren tan fortificados con los argumentos que surgen de ella,
con sus amonestaciones, amenazas y expresiones de ánimo, que
puedan alcanzar a los que se han apartado. La indiferencia y la
negligencia tendrán que hacer frente al desagrado de Dios.
Cuando la mujer encontró la dracma, llamó a sus amigos y ve-
cinos y les dijo: “Dadme el parabién, porque he hallado la dracma
que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles
de Dios por un pecador que se arrepiente.”
Lucas 15:9, 10
. Si los
ángeles de Dios se regocijan cuando los pecadores ven y confiesan
sus errores y retornan al compañerismo de sus hermanos, cuánto
más deberían alegrarse los seguidores de Cristo, siendo pecadores
ellos mismos, ya que cada día necesitan del perdón de Dios y de sus
hermanos, al ver regresar a su hermano o hermana que fuera engaña-
do por los sofismas de Satanás y siguiera una conducta equivocada
que le ocasionó sufrimiento.
En lugar de mantener a distancia a los errantes, los hermanos
deben ir a su encuentro. En lugar de censurarlos porque están en
las tinieblas, deben encender sus propias lámparas para obtener más
gracia divina y un conocimiento más claro de las Escrituras, de
modo que puedan disipar las tinieblas de aquellos que están en el
error, gracias a la luz que les traen. Y cuando tienen éxito, y los
apóstatas comprenden su error y se avienen a seguir en pos de la luz,
deben recibirlos alegremente, y no con un espíritu de murmuración
o haciendo un esfuerzo para darles a entender la magnitud de su
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pecado, por cuya causa se ha requerido preocupación extraordinaria,
ansiedad, y fatigoso trabajo. Si los puros ángeles de Dios saludan
el evento con alegría, cuánto más deben regocijarse los hermanos,
quienes a su vez han necesitado simpatía, amor y ayuda cuando han
errado y no han sabido cómo salir del paso al encontrarse en las
tinieblas.