Página 303 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

Basic HTML Version

La educación debida
299
alumnos pueden, en ciertas ocasiones, parecerse a soldados bien
adiestrados. Pero, cuando se elimine la restricción, no actuarán en
forma independiente, basados en principios firmes que existan en
ellos. Los que tienen por objeto educar a sus alumnos para que vean
y sientan que tienen en sí el poder de ser hombres y mujeres de
principios firmes, preparados para afrontar cualquier situación de la
vida, son los maestros de mayor utilidad y éxito permanente. Puede
ser que su obra no sea vista bajo los aspectos más ventajosos por los
observadores descuidados, y que sus labores no sean apreciadas tan
altamente como las del maestro que domina la mente y la voluntad
de sus alumnos por la autoridad absoluta; pero la vida futura de los
alumnos demostrará los mejores resultados de ese mejor plan de
educación.
Existe el peligro de que tanto los padres como los maestros
ordenen y dicten demasiado, mientras que no mantienen suficientes
relaciones sociales con sus hijos o alumnos. Con frecuencia se
muestran demasiado reservados y ejercen su autoridad en una forma
fría y carente de simpatía, que no puede conquistar el corazón de sus
[318]
hijos y alumnos. Si hiciesen acercar a los niños a sí y les demostrasen
que los aman, y manifestasen interés en todos sus esfuerzos, y aun
en sus juegos, siendo a veces niños entre los niños, podrían hacer
muy felices a éstos y conquistarían su amor y su confianza. Y los
niños respetarían y amarían más temprano la autoridad de sus padres
y maestros.
Los hábitos y principios de un maestro deben considerarse como
de mayor importancia que su preparación literaria. Si es un cristiano
sincero, sentirá la necesidad de interesarse por igual en la educación
física, mental, moral y espiritual de sus alumnos. A fin de ejercer
la debida influencia, debe tener perfecto dominio de sí mismo y
su propio corazón debe estar henchido de amor por sus alumnos,
cosa que se revelará en su mirada, sus palabras y actos. Debe ser de
carácter firme, para poder amoldar la mente de sus alumnos, como
también instruirlos en las ciencias. La primera educación de los
jóvenes modela generalmente su carácter para toda la vida. Los
que tratan con los jóvenes deben ser cuidadosos para despertar sus
cualidades mentales, a fin de que sepan dirigir sus facultades de
manera que puedan ejercitarlas con el mayor provecho.
[319]