La iglesia de Laodicea
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La causa de la ceguera espiritual
En mi última visión se me mostró que este mensaje decidido
del Testigo Fiel no ha cumplido aún el designio de Dios. La gente
duerme en sus pecados. Continúa declarándose rica, y sin necesidad
de nada. Muchos preguntan: ¿Por qué se dan todos estos reproches?
¿Por qué los Testimonios nos acusan continuamente de apostasía y
graves pecados? Amamos la verdad; estamos prosperando; no nece-
sitamos esos testimonios de amonestación y reproche. Pero miren
sus corazones estos murmuradores y comparen su vida con las ense-
ñanzas prácticas de la Biblia; humillen sus almas delante de Dios;
ilumine la gracia de Dios las tinieblas; y caerán las escamas de sus
ojos y se percatarán de su verdadera pobreza y miseria espirituales.
Sentirán la necesidad de comprar oro, que es la fe y el amor puro;
ropa blanca, que es el carácter inmaculado, purificado en la sangre
de su amado Redentor; y colirio, que es la gracia de Dios, y que les
dará un claro discernimiento de las cosas espirituales para descubrir
el pecado. Estas cosas son más preciosas que el oro de Ofir.
Se me ha mostrado que la mayor razón por la cual los hijos de
Dios se encuentran ahora en este estado de ceguera espiritual, es
que no quieren recibir la corrección. Muchos han despreciado los
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reproches y amonestaciones que se les dirigieron. El Testigo Fiel
condena la tibieza de los hijos de Dios, que confiere a Satanás gran
poder sobre ellos en este tiempo de espera y vigilancia. Los egoístas,
los orgullosos y los amantes del pecado se ven siempre asaltados
por dudas. Satanás sabe sugerir dudas e idear objeciones contra el
testimonio directo que Dios envía, y muchos piensan que es una
virtud, un indicio de inteligencia ser incrédulos, dudar y argüir. Los
que desean dudar tendrán bastante oportunidad de hacerlo. Dios no
se propone suprimir todo motivo de incredulidad. El da evidencias
que deben ser investigadas cuidadosamente con mente humilde y
espíritu dispuesto a recibir enseñanza; y todos deben decidir por el
peso de las evidencias.
La vida eterna es de valor infinito y nos costará todo lo que
poseemos. Se me mostró que no estimamos debidamente las cosas
eternas. Todo lo que es digno de posesión, aun en este mundo, debe
obtenerse mediante esfuerzo y a veces por el sacrificio más penoso.
Y ello es tan sólo para obtener un tesoro perecedero. ¿Estaremos