Página 335 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Una súplica a los jóvenes
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mo momento su muerte ignominiosa. Pero no se les permitió a los
ángeles llevar un mensaje tal al amado Hijo de Dios. La humillación
que sufrió en el tribunal y en el camino al Calvario, prosiguió. Fué
escarnecido, ridiculizado, escupido. Soportó las burlas, los desafíos
y el vilipendio de los que le odiaban, hasta que en la cruz doblegó
su frente y murió.
¿Podría Dios habernos dado prueba mayor de su amor que al
dar así a su Hijo para que pasase por estas escenas de sufrimiento?
Y como el don de Dios al hombre fué el don gratuito de su amor
infinito, así sus derechos a nuestra confianza, nuestra obediencia,
todo nuestro corazón y la riqueza de nuestros afectos, son corres-
pondientemente infinitos. Requiere todo lo que el hombre puede dar.
La sumisión de nuestra parte debe ser proporcional al don de Dios.
Debe ser completa, sin ninguna reserva. Todos somos deudores de
Dios. El tiene sobre nosotros derechos que no podemos satisfacer
sin entregarnos en sacrificio pleno y de buen grado. Exige nuestra
obediencia pronta y voluntaria, y no aceptará nada que no llegue a
esto. Tenemos ahora oportunidad de asegurarnos el amor y el favor
de Dios. Este puede ser el último año de vida de algunos de los
que leen esto. ¿Hay, entre los jóvenes que leen esta súplica, quiénes
prefieran los placeres de este mundo a la paz que Cristo da a quien
busca fervientemente su voluntad y la hace alegremente?
Se pesan los caracteres
Dios pesa nuestros caracteres, conducta y motivos en la balanza
del santuario. Será algo terrible si nuestro Redentor, quien murió en
la cruz para atraer nuestros corazones a él, nos declara faltos de amor
y obediencia. Dios nos ha concedido dones grandes y preciosos.
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Nos ha dado luz y un conocimiento de su voluntad para que no
necesitemos errar o andar en tinieblas. Ser pesado en la balanza y ser
hallado falto en el día del juicio y recompensa finales, será terrible,
un error espantoso que nunca podrá ser corregido. Amigos jóvenes,
¿se recorrerá en vano el libro de Dios para buscar vuestros nombres?
Dios os ha señalado una obra que debéis hacer para él, y que
os hará colaboradores con él. En todo vuestro derredor hay almas
que salvar. Hay personas a quienes podéis estimular y bendecir por
vuestros fervientes esfuerzos. Podéis apartar las almas del pecado y