Página 381 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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El amor al mundo
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Cristo señala aquí a dos señores: Dios y el mundo, y nos revela
claramente que resulta simplemente imposible servir a ambos. Si
predominan nuestro interés y amor por este mundo, no apreciaremos
las cosas que sobre todas las demás, son dignas de nuestra atención.
El amor al mundo excluirá el amor a Dios, y subordinará nuestros
intereses más elevados a las consideraciones mundanales. Dios no
ocupará así en nuestros afectos y devociones un lugar tan exaltado
como las cosas del mundo.
Nuestras obras revelarán la medida exacta en la cual los tesoros
terrenales poseen nuestros afectos. El mayor cuidado, ansiedad y
trabajo se dedican a los intereses mundanales, mientras que las
consideraciones eternas son secundarias. En esto Satanás recibe del
hombre el homenaje que exigió de Cristo, pero que no alcanzó a
obtener. Es el amor egoísta del mundo lo que corrompe la fe de los
que profesan seguir a Cristo y los hace deficientes en fuerza moral.
Cuanto más aman las riquezas terrenales, más se apartan de Dios
y menos participan de su naturaleza divina, que les haría sentir las
influencias corruptoras del mundo y los peligros a los cuales están
expuestos.
Con sus tentaciones, Satanás se propone hacer muy atractivo al
mundo. Por medio del amor a las riquezas y los honores mundana-
les, ejerce un poder hechizador para conquistar los afectos aun de
aquellos que profesan ser cristianos. Muchos hombres que profe-
san ser cristianos harán cualquier sacrificio para obtener riquezas; y
cuanto mayor sea su éxito en ello, menos amor tendrán por la verdad
preciosa y menos interés por sus progresos. Pierden su amor por
Dios y obran como locos. Cuanto más prosperan en la obtención
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de riquezas, tanto más pobres se sienten por no tener más, y menos
quieren invertir en la causa de Dios.
Las obras de aquellos que tienen un insano amor por las riquezas,
demuestran que no les es posible servir a dos señores, a Dios y
a Mammón. El dinero es su dios. Tributan homenaje a su poder.
En todos sus intentos y propósitos, sirven al mundo. Sacrifican
su patrimonio de honor por las ganancias mundanales. Este poder
dominante rige su mente, y ellos violarán la ley de Dios para servir
sus intereses personales, para aumentar su tesoro terrenal.