Página 384 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
del hombre han sido ordenadas por Dios. La humillación y el llevar
la cruz son provistos para que el pecador arrepentido halle consuelo
y paz. El pensamiento de que Cristo se sometió a una humillación y
a un sacrificio que el hombre nunca será llamado a soportar, debiera
acallar toda voz murmuradora. El hombre obtiene el gozo más dulce
por su sincero arrepentimiento ante Dios por la transgresión de su
ley, y por la fe en Cristo como Redentor y Abogado del Pecador.
Los hombres trabajan a gran costo para obtener los tesoros de
esta vida. Sufren trabajos, penurias y privaciones para obtener alguna
ventaja mundanal. ¿Por qué debiera estar menos dispuesto el pecador
a sufrir y sacrificarse a fin de obtener un tesoro imperecedero, una
vida que se compara con la de Dios, una corona inmarcesible de
gloria inmortal? Debemos obtener a cualquier costo los infinitos
tesoros del cielo, la herencia cuyo valor sobrepuja todo cálculo, y que
constituye un eterno peso de gloria. No debemos murmurar contra
la abnegación, porque el Señor de vida y gloria la practicó antes
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que nosotros. No debemos evitar los sufrimientos y las privaciones,
pues la Majestad del cielo los aceptó en favor de los pecadores. El
sacrificio de las comodidades y conveniencias no debe provocar en
nosotros un pensamiento de protesta, porque el Redentor del cielo
aceptó todo aquello en nuestro favor. Aun sumando en su mayor
valor todas nuestras abnegaciones, privaciones y sacrificios, nos
cuesta mucho menos, en todo respecto, de lo que le costó al Príncipe
de la vida. Cualquier sacrificio que hagamos, parecerá insignificante
cuando lo comparemos con el que hizo Cristo en favor nuestro.
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