Página 393 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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El poder del apetito
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reciben beneficio, sino perjuicio, y como el organismo se recarga, la
constitución se debilita.
Beneficios del ejercicio físico
Los predicadores, maestros y alumnos no se enteran como de-
bieran de la necesidad del ejercicio al aire libre. Descuidan este
deber, que es de lo más esencial para la conservación de la salud. Se
aplican detenidamente al estudio de los libros, e ingieren la alimenta-
ción de un trabajador manual. Con tales hábitos, algunos adquieren
corpulencia porque el organismo está obstruído. Otros enflaquecen
y se debilitan, porque sus fuerzas vitales se agotan con el trabajo
de desechar el exceso de alimentos; el hígado se recarga y le es
imposible eliminar las impurezas de la sangre; y la enfermedad
es el resultado. Si el ejercicio físico se combinase con el mental,
se apresuraría la circulación de la sangre, la acción del corazón
sería más perfecta, las impurezas se eliminarían, y todo el cuerpo
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experimentaría nueva vida y vigor.
Cuando los ministros, los maestros y los estudiantes excitan con-
tinuamente su cerebro por el estudio, y dejan al cuerpo inactivo, los
nervios de la emoción se recargan, mientras que los del movimiento
permanecen inactivos. Al usarse solamente los órganos mentales,
éstos se desgastan y debilitan, mientras que los músculos pierden
su vigor por falta de actividad. No hay inclinación a ejercitar los
músculos mediante el trabajo físico, porque el ejercio parece penoso.
Los ministros deben dar el ejemplo
Los ministros de Cristo, que profesan ser sus representantes, de-
ben seguir su ejemplo, y ante todo deben adquirir hábitos de estricta
temperancia. Deben mantener la vida y el ejemplo de Cristo delan-
te de la gente por medio de su propia vida abnegada, de sacrificio
propio y activa generosidad. Cristo venció el apetito en favor de los
hombres; y en su lugar ellos deben presentar a los demás un ejemplo
digno de ser imitado. Los que no sienten la necesidad de dedicarse a
la obra de vencer al apetito, dejarán de obtener preciosas victorias,
y llegarán a ser esclavos del apetito y la concupiscencia, que están
llenando la copa de iniquidad de los que moran en la tierra.