Página 406 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
La confianza en Dios
Encontraremos la más feroz oposición de parte de los adventistas
que se oponen a la ley de Dios. Pero, como los que edificaron las
murallas de Jerusalén, no debemos dejarnos distraer ni estorbar de
nuestra obra por los informes, por los mensajeros que desean entrar
en discusión o controversia, ni por las amenazas amedrentadoras,
la publicación de mentiras, o ninguno de los recursos que Satanás
pueda instigar. Nuestra respuesta debe ser: Estamos empeñados en
una gran obra y no podemos ir. A veces no sabremos qué conducta
debemos seguir para preservar el honor de la causa de Dios y vindicar
su verdad.
La conducta de Nehemías debiera ejercer una gran influencia
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sobre nuestra mente acerca de cómo hacer frente a esta clase de
oponentes. Debemos llevar todas estas cosas al Señor en oración,
como lo hizo Nehemías cuando dirigió sus súplicas a Dios con
espíritu humillado. Se aferró a Dios con fe inquebrantable. Tal es la
conducta que debemos seguir. El tiempo es demasiado precioso para
que los siervos de Dios se dediquen a vindicar su propio carácter
calumniado por los que aborrecen el sábado del Señor. Debemos
avanzar con confianza inquebrantable, creyendo que Dios dará a su
verdad grandes y preciosas victorias. Con humildad, mansedumbre
y pureza de vida, confiados en Jesús, debemos ir acompañados de
un poder convincente de que tenemos la verdad.
No entendemos como nos es dado entenderlas la fe y la confian-
za que podemos depositar en Dios, y las grandes bendiciones que
la fe nos dará. Nos espera una obra importante. Debemos obtener
idoneidad moral para el cielo. Nuestras palabras y nuestro ejemplo
deben hacerse sentir sobre el mundo. Los ángeles de Dios están ac-
tivamente empeñados en ministrar a los hijos de Dios. Nos han sido
hechas preciosas promesas a condición de que obedezcamos a los
requerimientos de Dios. El cielo está lleno de las más ricas bendicio-
nes que esperan todas para sernos comunicadas. Si sentimos nuestra
necesidad y acudimos a Dios con sinceridad y fe ferviente, seremos
puestos en íntima comunión con el cielo y seremos conductos de luz
para el mundo.