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Joyas de los Testimonios 1
Dios es hoy tan poderoso para salvar del pecado como en los
tiempos de los patriarcas, de David y de los profetas y apóstoles.
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La multitud de casos registrados en la historia sagrada, en los cua-
les Dios libró a su pueblo de sus iniquidades, debe hacer sentir al
cristiano de esta época el anhelo de recibir instrucción divina y celo
para perfeccionar un carácter que soportará la detenida inspección
del juicio.
La historia bíblica sostiene al corazón que desmaya con la es-
peranza de la misericordia divina. No necesitamos desesperarnos
cuando vemos que otros lucharon con desalientos semejantes a los
nuestros, cayeron en tentaciones como nosotros, y sin embargo re-
cobraron sus fuerzas y recibieron bendición de Dios. Las palabras
de la inspiración consuelan y alientan al alma que yerra. Aunque los
patriarcas y los apóstoles estuvieron sujetos a las flaquezas humanas,
por la fe obtuvieron buen renombre, pelearon sus batallas con la
fuerza del Señor y vencieron gloriosamente. Así también podemos
nosotros confiar en la virtud del sacrificio expiatorio y ser vencedores
en el nombre de Jesús. La humanidad fué humanidad en todas partes
del mundo, desde el tiempo de Adán hasta la generación actual; y a
través de todas las edades el amor de Dios no tiene parangón.
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