Página 416 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

Basic HTML Version

412
Joyas de los Testimonios 1
su mérito. Ninguno de nosotros puede ocupar una posición neutral;
nuestra influencia se ejercerá en pro o en contra de Jesús. Somos
agentes activos de Cristo, o del enemigo. O recogemos con Jesús,
o dispersamos. La verdadera conversión es un cambio radical. La
misma tendencia de la mente y la inclinación del corazón serán
desviadas, y la vida llegará a ser nueva en Cristo.
Dios conduce a su pueblo
Dios está conduciendo a un pueblo para que se coloque en per-
fecta unidad sobre la plataforma de la verdad eterna. Cristo se dió a
sí mismo al mundo para que pudiese “limpiar para sí un pueblo pro-
pio, celoso de buenas obras.”
Tito 2:14
. Este proceso de refinamiento
está destinado a purificar a la iglesia de toda injusticia y del espíritu
de discordia y contención, para que sus miembros edifiquen en vez
de derribar y concentren sus energías en la gran obra que está delante
de ellos. Dios quiere que sus hijos lleguen todos a la unidad de la
fe. La oración de Cristo, precisamente antes de su crucifixión, pedía
que sus discípulos fuesen uno, como él era uno con el Padre, para
que el mundo creyese que el Padre le había enviado. Esta, la más
conmovedora y admirable oración, llega a través de los siglos hasta
nuestros días, porque sus palabras son: “Mas no ruego solamente
por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra
de ellos.”
Juan 17:20
.
¡Cuán fervorosamente deben tratar de contestar esta oración
en su vida los que profesan seguir a Cristo! Muchos no se dan
cuenta del carácter sagrado de la relación con la iglesia, y les cuesta
someterse a la restricción y disciplina. Su conducta demuestra que
[446]
exaltan su propio juicio por encima del de la iglesia unida y no
evitan cuidadosamente el estimular un espíritu de oposición a su
voz. Los que ocupan posiciones de responsabilidad en la iglesia
pueden tener faltas como los demás y pueden errar en sus decisiones;
pero, no obstante eso, la iglesia de Cristo en la tierra les ha dado
una autoridad que no puede ser considerada con liviandad. Después
de su resurrección, Cristo delegó el poder en su iglesia diciendo:
“A los que remitiereis los pecados, les son remitidos: a quienes los
retuviereis, serán retenidos.”
Juan 20:23
.