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Joyas de los Testimonios 1
cosecha, y que todo lo que poseían era creado por él. Todo era del
Señor, y él los había hecho administradores de sus bienes.
La generosidad de los judíos en la construcción del tabernáculo y
del templo ilustra un espíritu de dadivosidad que no ha sido igualado
por los cristianos en ninguna ocasión ulterior. Los judíos acababan
de ser libertados de su larga esclavitud en Egipto y erraban por
el desierto; sin embargo, apenas fueron librados de los ejércitos
de los egipcios que los perseguían en su apresurado viaje, llegó la
palabra del Señor a Moisés, diciendo: “Di a los hijos de Israel que
tomen para mí ofrenda: de todo varón que la diere de su voluntad,
de corazón, tomaréis mi ofrenda.”
Éxodo 25:2
.
El pueblo tenía pocas riquezas, y ninguna halagüeña perspecti-
va de aumentarlas; pero tenía delante de sí un objeto: construir un
tabernáculo para Dios. El Señor había hablado, y sus hijos debían
obedecer su voz. No retuvieron nada. Todos dieron con mano vo-
luntaria; no cierta cantidad de sus ingresos, sino gran parte de lo
que poseían. La consagraron gozosa y cordialmente al Señor, y le
agradaron al hacerlo. ¿No le pertenecía acaso todo? ¿No les había
dado él todo lo que poseían? Si él lo pedía, ¿no era su deber devolver
al Prestamista lo suyo?
No hubo necesidad de rogarles. El pueblo trajo aún más de lo
requerido, y se le dijo que cesara de traer sus ofrendas porque había
ya más de lo que se podía usar. Igualmente, al construirse el templo,
el pedido de recursos recibió cordial respuesta. La gente no dió de
mala gana. Le regocijaba la perspectiva de que fuese construído un
edificio para el culto de Dios, y dió más de lo suficiente para ese
fin. David bendijo al Señor delante de toda la congregación y dijo:
“Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos
ofrecer de nuestra voluntad cosas semejantes? porque todo es tuyo,
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y lo recibido de tu mano te damos.”
1 Crónicas 29:14
. Además, en
su oración, David dió gracias con estas palabras: “Oh Jehová Dios
nuestro, toda esta abundancia que hemos aprestado para edificar casa
a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo.”
Vers. 16
.
David comprendía perfectamente de quién provenían todas sus
bendiciones. ¡Ojalá que aquellos que en este tiempo se regocijan
en el amor del Salvador se dieran cuenta de que su plata y oro son
del Señor y deben emplearse para fomentar su gloria y no retenerse
ávidamente para enriquecimiento y complacencia propia! El tiene