Página 502 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
sujetos a las flaquezas de la humanidad, cada paso que se diera fuese
tan perfecto y exacto que no se lo pudiera criticar.
Si los padres quisieran ponerse en la situación de los maestros
y ver cuán difícil resulta necesariamente manejar y disciplinar una
escuela de centenares de alumnos de todos los grados y diversas
mentalidades, es posible que, al reflexionar, verían las cosas en forma
diferente. Deberían considerar que algunos niños no han sido nunca
disciplinados en sus hogares. Puesto que siempre se les consintieron
todos los gustos y no se les enseñó a obedecer, sería muy ventajoso
para ellos que se los alejara de sus padres no juiciosos y fuesen
colocados bajo reglamentos y adiestramiento tan severo como los
que rigen a los soldados en un ejército. A menos que se haga algo
por estos hijos que han sido tan tristemente descuidados por padres
infieles, nunca serán aceptados por Jesús; a menos que se llegue a
ejercer cierto dominio sobre ellos, serán inútiles en esta vida y no
tendrán parte en la venidera.
En el cielo hay obediencia y paz, armonía y orden perfectos. Los
que no respetan el orden o la disciplina en esta vida, no respetarían
el orden que se observa en el cielo. No podrán nunca ser admitidos
allí; porque todos los que sean dignos de entrar en el cielo amarán el
orden y respetarán la disciplina. Los caracteres formados en esta vida
determinarán el destino futuro. Cuando venga Cristo, no cambiará
el carácter de ninguna persona. El precioso tiempo de gracia nos es
dado para que lo aprovechemos lavando las vestiduras del carácter
y emblanqueciéndolas en la sangre del Cordero. La eliminación de
las manchas del pecado requiere la obra de toda una vida. Cada día
se necesita hacer esfuerzos renovados para refrenar al yo y negarlo.
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Cada día hay nuevas batallas que pelear y victorias que ganar. Cada
día el alma debe ejercitarse en fervientes súplicas ante Dios por las
grandes victorias de la cruz. Los padres no deben descuidar ningún
deber de su parte para beneficiar a sus hijos. Deben educarlos de
tal manera que sean una bendición para la sociedad aquí, y puedan
cosechar la recompensa de la vida eterna.
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