Página 501 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Deberes de los padres para con el colegi
Nuestros hermanos y hermanas de todas partes deben sentir que
es su deber sostener esta institución que Dios ha ideado. Algunos
de los alumnos regresan a casa murmurando y quejándose, y ciertos
padres y miembros de la iglesia prestan oído atento a sus declara-
ciones exageradas y unilaterales. Sería bueno que considerasen que
la historia tiene dos fases; pero en vez de hacerlo así, permiten que
estos informes parciales levanten una valla entre ellos y el colegio.
Empiezan luego a expresar temores, dudas y sospechas acerca de
la manera en que se dirige el mismo. Una influencia tal ocasiona
gran daño. Las palabras de descontento se difunden como una en-
fermedad contagiosa, y es difícil contrarrestar la impresión hecha
en los espíritus. La historia se amplía con cada repetición, hasta que
adquiere proporciones gigantescas, cuando la investigación revelaría
el hecho de que no hubo culpa de parte de los maestros o profeso-
res. Estaban cumpliendo simplemente su deber al poner en vigencia
las reglas que deben practicarse en la escuela para que ésta no se
desmoralice.
Los padres no actúan siempre con prudencia. Muchos exigen que
los demás sigan sus ideas, y se impacientan si no lo consiguen; pero
cuando se requiere que sus propios hijos observen los reglamentos de
la escuela, y estos niños se impacientan bajo la restricción necesaria,
con demasiada frecuencia esos padres, que profesan amar y temer
a Dios, se ponen de parte de los hijos en vez de reprenderlos y
corregir sus defectos. A menudo esto resulta ser el punto decisivo en
el desarrollo del carácter de sus hijos. Se violan las reglas y el orden,
y se pisotea la disciplina. Los niños desprecian la restricción, y se
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les permite hablar despectivamente de las instituciones de Battle
Creek. Si los padres quisieran tan sólo reflexionar, verían el mal
resultado de su conducta. Sería de veras algo admirable si en una
escuela de cuatrocientos alumnos, dirigidos por hombres y mujeres
Testimonios para la Iglesia 4:428, 429 (1880)
. (Del cap. “Nuestro colegio.”)
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