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Joyas de los Testimonios 1
de una generación de hombres. ¡Cuán importante es, pues, que los
jóvenes lleguen a estar capacitados para la gran obra, a fin de que
Dios pueda usarlos como instrumentos suyos! Su Hacedor tiene
sobre ellos derechos que superan a todos los demás.
Dios es quien ha dado la vida y toda dote física y mental que los
jóvenes poseen. Les ha conferido capacidad para que la aprovechen
sabiamente, a fin de confiarles una obra que será tan duradera como
la eternidad. En recompensa de sus grandes dones, él pide que
ellos cultiven y ejerzan debidamente sus facultades intelectuales y
morales. No les dió esas facultades para su diversión o para que
abusasen de ellas obrando contra su voluntad y su providencia, sino
para que las empleasen en fomentar el conocimiento de la verdad y
santidad en el mundo. El exige su gratitud, su veneración y amor, por
su continua bondad e infinitas misericordias. El requiere con justicia
que se obedezcan sus leyes y todos los sabios reglamentos que
restringirán y guardarán a los jóvenes de los designios de Satanás
y los conducirán por sendas de paz. Si los jóvenes pueden ver que
al cumplir con las leyes y reglamentos de nuestras instituciones
están haciendo algo que mejorará su posición en la sociedad, elevará
su carácter, ennoblecerá su mente y aumentará su fidelidad, no se
rebelarán contra las reglas justas y los requerimientos sanos, ni se
dedicarán a crear sospechas y prejuicios contra estas instituciones.
Nuestros jóvenes deben tener un espíritu de energía y fidelidad para
hacer frente a las demandas que se les hacen, y les será una garantía
de éxito. El carácter malo y temerario de muchos de los jóvenes
en esta época del mundo es descorazonador. Mucha de la culpa
incumbe a los padres en el hogar. Sin el temor de Dios nadie puede
ser verdaderamente feliz.
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