Página 54 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
en el huerto, la apretada corona de espinas que hirió su sagrada
frente, no los conmueven. Se han encallecido. Sus sensibilidades
están embotadas, y han perdido toda noción del gran sacrificio hecho
por ellos. Pueden quedar sentados escuchando la historia de la cruz,
y oyendo cómo los crueles clavos traspasaron las manos y los pies
del Hijo de Dios sin conmoverse hasta lo más profundo del alma.
Se necesita una experiencia más profunda
Dijo el ángel: “Si los tales fueran introducidos en la ciudad de
Dios, y se les dijera que toda su rica belleza y gloria serán su disfrute
eterno, no se darían cuenta de cuán elevado precio se pagó por esta
herencia que se les destina. Nunca comprenderán las inconmensura-
bles profundidades del amor del Salvador. No han bebido de su copa
ni han sido bautizados de su bautismo. El cielo se mancillaría si los
tales moraran allí. Únicamente aquellos que han participado de los
sufrimientos del Hijo de Dios, y han subido de la gran tribulación
y lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del
Cordero, pueden disfrutar de la gloria indescriptible y la belleza
insuperable del cielo.”
La falta de esta preparación necesaria excluirá a la mayor parte
de los jóvenes que profesan el cristianismo; porque éstos no trabajan
con bastante fervor y celo para obtener el reposo que queda para
el pueblo de Dios. No quieren confesar sinceramente sus pecados,
para que les sean perdonados y borrados. Estos pecados se revelarán
dentro de poco en toda su enormidad. El ojo de Dios no dormita.
Conoce todo pecado oculto ante el ojo mortal. Los culpables saben
exactamente qué pecados han de confesar para que sus almas queden
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limpias delante de Dios. Jesús les está dando ahora oportunidad de
confesarlos, y arrepentirse con profunda humildad y purificar su
vida obedeciendo a la verdad y viviendo de acuerdo con ella. Ahora
es el momento de corregir los males y de confesar los pecados, o
aparecerán delante del pecador en el día de la ira de Dios.
Los padres unidos en la disciplina
Los padres confían generalmente demasiado en sus hijos; y suce-
de con frecuencia que, cuando los padres confían en ellos, estos hijos