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Herencia y ambiente
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peligro las almas preciosas confiadas a vuestro cuidado.—
Joyas de
los Testimonios 2:74 (1882)
.
Vivir en la atmósfera del cielo
Debemos guiarnos por la teología verdadera y el sentido común.
Nuestras almas deben estar rodeadas por la atmósfera del cielo. Los
hombres y las mujeres tienen que vigilarse; han de estar constante-
mente en guardia, no deben permitir que alguna palabra o acto pueda
ser usado para hablar mal de su conducta. El que profesa seguir a
Cristo tiene que vigilarse, mantenerse puro y sin contaminación en
sus pensamientos, palabras y actos. Su influencia sobre los demás ha
de ser elevadora. Su vida ha de reflejar los brillantes rayos del Sol
de Justicia.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca
de la Educación Cristiana, 244 (1913)
.
La influencia sobre la niñez modela el destino
Desde una edad muy tierna, los niños están al alcance de influen-
cias desmoralizadoras, pero los padres que profesan ser cristianos no
parecen discernir el mal de su propio proceder. ¡Ojalá comprendieran
que la influencia que se ejerce sobre un niño en sus más tiernos años
imprime una tendencia a su carácter y modela su destino para la vida
[157]
eterna o la muerte eterna! Los niños reciben las impresiones morales
y espirituales, y los que son sabiamente educados en la niñez quizá
yerren a veces, pero no irán lejos en su descarrío.—
Conducción del
Niño, 182, 183 (1896)
.
Los padres son responsables en gran medida
Los padres son en gran medida responsables por la forma dada
al carácter de sus hijos. Deberían apuntar hacia la simetría y la pro-
porción. Hay pocas mentes bien equilibradas porque los padres son
inicuamente negligentes en su deber de estimular los rasgos débiles
y reprimir los malos. No recuerdan que están bajo la obligación
más solemne de vigilar las tendencias de cada niño, que es su deber
educar a sus hijos en los hábitos correctos y en la forma correcta de
pensar.—
Testimonies for the Church 5:319 (1885)
.