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La seguridad en el hogar
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tan asiduamente el amor de Jesús, para hacer de él un principio
permanente que rija su hogar?—
El hogar adventista, 102 (1894)
.
El esposo no ha de hacer alarde de su posición
No evidencia virilidad el esposo que constantemente hace alarde
de su puesto como cabeza de la familia. No aumenta el respeto hacia
él cuando se le oye citar la Escritura para apoyar sus derechos a
ejercer autoridad. No lo hará más hombre el requerir de su esposa, la
madre de sus hijos, que actúe de acuerdo con los planes de él como
si fueran infalibles.
El Señor ha constituido al esposo como cabeza de la esposa
para que la proteja; él es el vínculo de la familia, el que une sus
miembros, así como Cristo es cabeza de la iglesia y Salvador del
cuerpo místico. Todo esposo que asevera amar a Dios debe estudiar
cuidadosamente lo que Dios requiere de él en el puesto que ocupa.
La autoridad de Cristo se ejerce con sabiduría, con toda bondad y
amabilidad; así también ejerza su poder el esposo e imite la gran
Cabeza de la iglesia.—
El hogar adventista, 191, 192 (1894)
.
La esposa ayudará al esposo a mantener su dignidad
También se me ha mostrado que muchas veces la esposa comete
un grave error. Ella no realiza esfuerzos decididos para dominar su
propio genio y hacer feliz el hogar. Manifiesta a menudo inquietud
y profiere quejas innecesarias. El esposo llega de su trabajo cansado
y perplejo, y encuentra un rostro ceñudo en vez de palabras alegres
y alentadoras. Él es humano, y sus afectos se apartan de su esposa.
[169]
Pierde el amor al hogar, su senda se oscurece y se desvanece su
valor. Pierde el respeto propio y la dignidad que Dios le exige que
mantenga.
El esposo es la cabeza de la familia, como Cristo es la cabeza
de la iglesia, y cualquier actitud asumida por la esposa que pueda
disminuir su influencia y degradar su posición digna y responsable,
desagrada a Dios. Es deber de la esposa renunciar a sus deseos y
voluntad, en favor de su esposo. Ambos tienen que saber renunciar
a sus gustos, pero la Palabra de Dios da la preferencia al criterio del
esposo. Y la esposa no perderá dignidad al ceder así a aquel a quien